TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Poesía es resistencia, es libertad y, sobre todo, vocera de los pueblos”... Esa correspondencia entre lo trascendental y lo literario, o entre su escritura y su personalidad, constituyen al poeta hondureño Carlos Humberto Santos (Tegucigalpa, 1997).
Su último poemario, “El altar de sacrificio” —publicado en la colección Cahiers Bleus de la editorial francesa Unicité—, se reviste de una audacia léxica donde priman las influencias diversas y su inconmensurable capacidad narrativa. Santos, residente en Francia, ahonda en la obra, su vena poética hispanoamericana casi inherente y en la esencia de la poesía y su escenario en Honduras.
¿Por qué “El altar de sacrificio”?
Por muchas razones. Primeramente, se trata de una referencia directa al sacrificio maya y a lo que representaba para ellos el sacrificio: la búsqueda del bien común (agradar a los dioses, tener mejores cosechas, etc.). Una segunda lectura del título es, sin lugar a dudas, la del sacrificio de los mártires, esas personas que dieron su vida por la libertad, los derechos y todos los bienes comunes. Pienso, por ejemplo, en los militantes sociales y en los ambientalistas que tanto han sufrido en nuestro país y en muchas otras partes del mundo. Y una última lectura, pero no por eso menos importante, sería la metáfora del sacrificio del poeta. El poeta es el que por definición entrega su vida a través de su poesía. No por nada Roberto Bolaño decía que el poema del poeta es el poeta mismo.
Del misticismo maya al sincretismo en todo su espectro... ¿por qué decantarse por esos ejes?
Han sido siempre mis inquietudes. Es una búsqueda identitaria y espiritual que me ha llevado a una estética poética y a una ética política que he intentado transmitir en mis dos poemarios. Creo, además, que muy a pesar de lo que se ha intentado imponer por la fuerza hasta hace muy poco (y aquí volvemos a los mártires previamente mencionados), el continente americano es un territorio de encuentros y nuestra identidad es plural, es decir: una identidad de identidades, de diálogos e intercambios. Esa riqueza cultural tiene tanto potencial, tanto que ofrecernos a nosotros y al resto del mundo, que me ha sido imposible no inspirarme. De “Bocetos de un cuerpo sin forma (2018)” a su último escrito, ¿cómo define su evolución poética?Si bien mis inquietudes siguen siendo las mismas, creo que mi escritura ha cambiado. Ahora en mi poesía el lenguaje está mucho más concentrado. Pienso que antes era un poco más barroco. Eso se lo debo, además de mis lecturas, a las enseñanzas del kendo, el arte marcial que practico. En el kendo hasta el más mínimo gesto tiene que ser eficaz: el ornamento o la floritura pueden ser mortales (digo mortales sin temor de exagerar porque se trata de un arte marcial heredado del camino del samurái).
En esa recopilación (“Bocetos de un cuerpo sin forma”), según las palabras de Anarella Vélez Osejo, usted incorporaba todas las influencias “poesibles”. ¿Qué nutre a “El altar de sacrificio”?Exactamente lo mismo. Yo soy una esponja. Absorbo cuanto yo crea sea productivo de los grandes creadores: desde escritores de todo tipo, pasando por pintores, músicos, fotógrafos, cineastas... No olvidemos que todas las artes están siempre en comunicación y que no dejan de inspirarse e influenciarse las unas a las otras.
Doctorando en Literatura General y Comparada (Universidad Sorbona Nueva, Francia), Máster en Literatura General y Comparada (Sorbona Nueva y París Diderot, Francia), licenciado en Letras Modernas y licenciado en LLCER Español, (Universidad de Poitiers, Francia). Ha iniciado una importante trayectoria literaria al ganar uno de los premios del concurso internacional Poésie en Liberté 2015 y al ser semifinalista del 34e Prix du Jeune Écrivain en Langue Française. Fue integrante del jurado calificador de Poésie en Liberté 2016 y en 2020 fue semifinalista del II Premio Hispanoamericano de Poesía Francisco Ruiz Udiel.
En esa línea, ¿cada uno de sus escritos forma parte de un plan o surgen de las lecturas?
Con los poemas, no creo que haya realmente un plan. Los poemas simplemente se me vienen o me salen. Por otro lado, la lectura siempre ha sido una brújula para mi escritura, y no sólo para mi escritura, sino que también para mi vida, aunque eso en el fondo viene a ser lo mismo porque la escritura es mi vida. Creo que antes de pretender ser escritor, soy un lector voraz. Nada sale de la nada. Si Joyce se inspiró de Homero, ¿qué cantidad de cosas no tengo yo que aprender de los grandes maestros?
Se dice que la poesía es más necesaria en tiempos de crisis, ¿es cierto?
Más necesaria que nunca. La poesía es el lugar por excelencia para resistir. Poesía es resistencia, es libertad y, sobre todo, vocera de los pueblos...
Entonces, ¿para usted cuál es la función de la poesía?
Esta pregunta ameritaría un ensayo completo. La función de la poesía es la de destruir el lenguaje para construir algo totalmente nuevo con sus restos. Refundar la lengua o fundar una nueva lengua. Proust y Deleuze hubieran dicho escribir con la lengua materna en lengua extranjera. De cualquier forma, la poesía es un trabajo constante y permanente del lenguaje. Así como el pintor trabaja con los colores, el músico con los sonidos, el cineasta con las imágenes, el poeta trabaja con las palabras.
¿En Honduras se cultiva el gusto por la poesía (por la lectura)?
Las autoridades de estos últimos años no hicieron nada al respecto, todo lo contrario. Las editoriales y los autores, sin embargo, hemos hecho todo lo posible para fomentar la lectura. Hasta hace muy poco todo recaía en estas iniciativas individuales. Pienso, sobre todo, en gente valiente y talentosa como Anarella Vélez Osejo, inmensísima poeta, promotora cultural y cofundadora de Paradiso. Hoy Anarella Vélez es ministra de Cultura, así que esperamos que la lectura (y para volver a su pregunta, la lectura de poesía) se vuelva cada vez más común, sobre todo con el potencial que hay en Honduras. Para serle sincero, lo que he visto en mi regreso después de todos estos años me ha entusiasmado sobremanera. No será fácil, no es nada fácil, pero tengo muchas esperanzas. Programas culturales y de educación integrales centrados en la lectura serán fundamentales para el futuro.
¿Y cuál es el reto de los autores?
El reto es seguir escribiendo bien. No ceder nunca ante las facilidades, sobre todo en un mundo en el que todo es cada vez más rápido y fácil.
El futuro es incierto, pero ¿cómo se visualiza en el corto y largo plazo?, ¿siempre en Francia?
En el corto plazo me veo todavía en Francia, terminando mi doctorado y concluyendo algunos proyectos. A largo plazo la idea ha sido siempre volver a Honduras, aportar todo lo que pueda, aunque sea un granito de arena al cambio que necesita Honduras y que tanto merecemos.