TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Corría el año 1994, y en las aulas de la Escuela Nacional de Música se estaba gestando un movimiento que en ese entonces tenía una visión inmediata: formar un grupo de jazz y hacer música diferente.
Ese grupo de jóvenes quería comerse el mundo de un solo bocado, pero tuvieron que aprender a caminar antes de correr, enfrentarse a una realidad nacional que tampoco vieron como excusa, madurar y ser más sabios respecto a las decisiones que se tomarían. Al final, ese grupo creó una hibrides de pensamiento e ideas que terminó siendo su marca y su nombre: Hibriduz Jazz.
VEA: Helen Umaña: 'La literatura me ha dado más a mí que yo a ella'
De presentaciones con un repertorio variado, la banda decidió crear su primer disco que titularon Session Jazz, una propuesta de jazz variada, que ya daba cuenta de un trabajo que aspiraba a más.
Pero este grupo de jóvenes que ya habían dejado la adolescencia decidió que no bastaban las presentaciones en Tegucigalpa y otras ciudades, que una mirada al mundo refrescaría su visión de la música y ampliaría su objetivo de proyección... Hibriduz Jazz necesitaba salir y poner en otro contexto su propuesta, que, aunque es jazz, no renuncia a las raíces musicales hondureñas, específicamente la tradición musical garífuna.
Fue así que su director, Brian Pagoaga, en un viaje a Estados Unidos, conoció al pianista Shota Lee, en 2016 se unieron en el escenario en un concierto que contó con arreglos musicales del músico japonés. Ese mismo año Hibriduz se presentó en Gante, Bélgica.
Le puede interesar: El artículo de Octavio Carvajal: ¡En campaña!
Pero su agenda no terminaba ahí, ya trabajaban en el segundo disco, cuyo proceso había iniciado en 2015, con investigaciones in situ de Pagoaga en la zona norte de Honduras, donde tuvo contacto con la comunidad musical garífuna, expertos y estudiantes de la etnia; el propio Guillermo Anderson (QDDG) también le dio luz a su proceso.
Y así, aspirando a mucho y trabajando para lograrlo, Hibriduz finalmente tuvo en sus manos el disco Laremu Namule, una propuesta viva, alegre, pausada, rítmica, con una mezcla exquisita de la punta y el jazz.
La producción fue grabada en San Pedro Sula, masterizada en Japón e impresa en Taiwán.
Una ventana en Asia
Si hay algo que ha sido clave para el desarrollo del grupo de jazz ha sido su salto al mundo, salir de los límites de Honduras y conocer otras industrias, otros países.
Y han sido precisamente Japón y Taiwán los países que han recibido esta propuesta musical hondureña. El lanzamiento de Laremu Namule fue en Tokio. En Taiwán también hicieron presentaciones.
Para poner en contexto el recibimiento de su música en estos lugares, Mario Guevara, mánager del grupo, señaló que “el 95% de nuestras descargas del disco son de Asia, el 3.5% de Estados Unidos y el resto de Honduras”.
Además: Alex Acosta: 'En el 81 el árbitro paró el partido y me dijo, ‘¡Out!’'
Para Guevara no queda duda de que la música hondureña puede hacerse un lugar en la música universal, pero que esto solo se logra con propuestas de calidad y con la conformación de un grupo sólido que les permita seguir soñando y construyendo los recursos para cumplir esos sueños.
Kevin Pagoaga, saxofonista de Hibriduz, considera que el trabajo, la visión y los detalles musicales son lo que más destaca de este disco.
Para el músico, este material es el tercer gran momento de la banda, el primero fue su nombre, que da cuenta de una propuesta musical híbrida; el segundo fue conformarse como una banda sólida y sostenible... el cuarto momento será su tercer disco.
Que no quede duda, Hibriduz Jazz se ha apropiado de su cultura, porque ellos quieren mostrarle al mundo una identidad hondureña que ha sido motivante, que los ha impulsado.
El próximo destino del grupo es el Festival Internacional de Música en Cancún 2019, que será del 18 al 22 de octubre, y al que Hibriduz Jazz asistirá con toda su big banda.