Tegucigalpa, Honduras
Tras tomar por primera vez en la historia su segundo y reñido mandato, duras y urgentes luchas esperan a Juan Orlando Hernández Alvarado. Su recién instalada misión tiene cola de problemas. El indómito –si aún oye- deberá recluir a grandes corruptos, entregar políticos narcos, inyectar dinámica social a su regencia, generar empleo y reducir la pobreza.
Citamos lo que a nuestro juicio son temas torales para la nación lejos de pensar que en exigidos diálogos podrían calmar los exacerbados ánimos de la oposición compuesta por unos cabezones que urgen decoro y están hasta el gorro con el bajo mundo. Pasados recientes tétricos, derroches y fraudes colosales contra el fisco. Enterremos estas eras.
Caricias
Una cosa es gobernar el país y, otra, una ciudad. Sin embargo, JOH debe actuar sin rodeos ni mimos. Ponemos de ejemplo al alcalde de la capital, Nasry “Tito” Asfura, quien no se ha andado con ambages para cambiarle el rostro y el penoso rastro de otros. El gobernante sabe que el país está incendiado y ejercer su mando con diligencia y precisión será vital.
El indómito tiene que anular funcionarios pésimos, esas caras que viene arrastrando hace 12 años (desde su presidencia en el Congreso Nacional). Personajes del gobierno de Porfirio Lobo Sosa no pueden ni deben continuar en cargos donde jamás probaron agallas para sofocar diversos conflictos. Relegue los padrinazgos y verá logros señor Presidente.
No somos eruditos, pero Hernández Alvarado podría estar entre la espada y la pared en su primer día de tutela. Con “nuevo” gabinete seguro andará de apuro en apuro. Su obligación será cumplir, desmarcarse de todos los errores, dejar de oír zalamerías de amigos y socios. Acérquese fielmente al gentío, oiga sus quejas. Vise de qué está hecho.
Mareos
Aléjese y sacúdase buen grupo de sus cercanos que sin duda son sus principales enemigos, son esos que ganan una bicoca como paracaidistas y resultan peores que sus propios antagonistas. Su nuevo gobierno ya no es su novia de los primeros cuatro años, es su sagrado matrimonio con los de abajo. Los aires marean y usted ya no está para planear.
Si los diputados cachos (mayoría) y sus aliados juraron amar un gobierno social, intuimos que no exhibirán más lujos ni excesos. El pueblo lleva décadas soñando servidores públicos comprometidos y afines con su discurso. JOH urge de un régimen supersónico pero austero. Cero agrados con su gente. Apague la hoguera callejera con lealtad.
Su gestión está para borrar del mapa a lobos y lobas. Su prometido caiga quien caiga del 27 de enero de 2014 se cumplió a medias, sigue en deuda. Ya no es Manuel Zelaya Rosales ni su paisano Lobo Sosa los “gobernantes”. Uno es opositor incendiario y el otro su partidario, pero los gringos no están pensando en perdones. Es ahora o nunca.
Pollo
Si bien su primer mandato estuvo plagado de denuncias de corrupción es la única que encarceló a unos cuantos ladrones del seguro social, aunque anden felices ciertos empresarios, testaferros, amantes y testigos protegidos que ni para el caldo de pollo dejaron a los enfermos. El fiscal Óscar Chinchilla se quedó sin par por este caso.
Por juicios de narcotráfico las extradiciones estarán a la orden del día y varios trajeados tienen que alistar el petate. Chaparros y medianos se irán en medio de bullicios y otros se rendirán ante la DEA mediante entregas controladas, al estilo de Ramón Mata Waldurraga. Pronto tendrán noticias del imperio. Échense una línea para los nervios.
Lejos de corrupción, lavado de dinero y el mundo narco, Hernández Alvarado debe revisar impuestos, inflación, alto costo de la vida, devaluación de la moneda, pedir a los empresarios que dejen de llorar tanto y generen empleos dignos en lugar de apoyar molotes en las calles. Su segunda regencia no tendrá excusas. No más de lo mismo.
JOH está empapado hoy más que nunca de quiénes serán sus reales bastiones para comandar y enderezar lo que no marchó en sus primeros cuatro años. El Congreso Nacional será –a nuestro criterio- su principal timonel para que su barco no se hunda antes de tiempo. El que tenga oídos que oiga