El ataque al crimen organizado ha dejado al Estado millonarios decomisos entre diversos peculios que pasan a subasta sin ver oficialmente logros extraordinarios ni beneficios sociales ni dónde para el billete. Mansiones, autos, aeronaves, ganados, animales exóticos expropiados al mundo ruin, los gatos presos y los de grandes libres, muertos de risa.
Tras la reforma de leyes que permite la extradición de hondureños a Estados Unidos por su alianza con el narcotráfico, la Fiscalía y la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) han confiscado –según datos oficiales– más de dos mil bienes muebles e inmuebles de los cuales unos cuantos eran de funcionarios corruptos que asaltaron el seguro social.
Cachos
A Los Cachiros –sagrados del régimen de Porfirio Lobo Sosa– les retuvieron más de cien feudos, entre haciendas, palacios y ganado, igual sucedió con el cartel de Los Valle a quienes les doblaron millones de dólares en unas caletas y una parte habría “desaparecido”. Los embargos no paran pero los “dueños” o los poderosos están fugitivos.
En la comarca de Gracias a Dios hay casas y edificios que ocuparon comercios y quedaron como salón de baile. Sus rentistas o propietarios “volaron” bajo el ataque de la Oficina para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés). Por aire, mar y tierra los capos locales han estado en agite. Se mudan de un lado a otro por despiste o soplos.
En la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI) tienen ringlera de peculios despojados a capos de la droga, pero –aunque quieran negarlo– pocos clientes le apuestan al momento de rematarlos. Nadie quiere andar en autos ni vivir en casonas o haciendas de narcos. ¿Dónde está el dinero de los narcos? ¿Está en el Banco Central de Honduras?
Gozos
No queremos juzgar que más de alguna posesión la disfruten burócratas tal como ocurrió con el extinto director de la OABI, Humberto Palacios Moya quien muy “bondadoso” cedió una vivienda incautada a su yerno por un irrisorio y supuesto alquiler que nunca pagó. Inaceptable que el arrojo humano y económico estatal no tenga retribución.
El Estado invierte millones de lempiras en la lucha contra el crimen organizado en sendos combates de rastreo, localización, captura y decomiso de todo tipo de bienes muebles e inmuebles. Moviliza patrullas, nutridos grupos de policías y militares, perros amaestrados en detectar alucinógenos, armas, combustible pero todo sigue igual. Arrestos de grandes, cero.
Solo se informa y ratifica que la mayoría de embargos atañen a Los Cachiros (los lobos del narco), a Los Valle y a sus “asociados”, quienes al final son unos perfectos desconocidos. Ni la Fiscalía ni la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC) detallan qué personajes de traje y corbata salen como testaferros del mundo ruin.
Han confiscado hoteles, ferreterías, tiendas de todo tipo, almacenes, furgones, autos de diverso modelo, moteles y mucho dinero que debería servir –a nuestro juicio- para proyectos sociales que urgen a la población. Del primer remate de la OABI a finales de 2016 apenas un 25 por ciento se vendió. De 256 lotes solo 60 fueron adjudicados.
Rapiñas
Buena porción de lo quitado está abandonado. Igual pasa con animales exóticos retenidos. Lejos de obtener una ganancia, dudamos que la OABI tenga porte para mantener en buen estado sinfín de caudales. Tampoco aclara el paradero de miles de cabezas de ganado. ¿Se las comieron los cocodrilos o las vacas se hartaron a los lagartos?
Camino a Valle de Ángeles se investiga por parte de los gringos sobre unas viviendas con caletas repletas de billete. Están resguardadas por hombres fuertemente armados. Parece que ahí les cayó la lotería. En el Ministerio Público, en la ATIC y en la OABI no saben ni pito de estos fondeaderos de pisto con rastros de cocaína y desfalcos.
Ojalá el segundo régimen del indómito done estos bienes para hospitales, centro de salud, compra de medicinas o a entes caritativos. Nadie quiere que lo manden al otro mundo por adquirir artículos del bajo mundo. Al crimen le enoja el filo de las letras. ¿Quién de ustedes pone el pecho?