Siempre

Obra hondureña 'Después de la tempestad', un homenaje a la luna

Andrés Mejía Rivas nos lleva por una propuesta artística con expresiones que hacen volar la imaginación

15.12.2018

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El registro tiene valor estratégico en la producción del arte, porque materializa el sentido, al traducir la imaginación en estímulos visuales.

Con independencia de los procedimientos utilizados, el creador de sentido está obligado a transmitirlo mediante objetos físicos. Por nuestra parte, al contemplarlo, tenemos la posibilidad de disfrutar y comprender su pensamiento.

He dicho lo anterior para detenerme en la pintura “Después de la tempestad” de Andrés Mejía Rivas, seleccionada para la exposición de la Bienal de Artes Visuales UNAH 2018.

En esta imagen, el artista desarrolla un registro de buena calidad, usando el formato circular en homenaje a la luna llena, fenómeno memorable para quienes hemos gozado del campo nocturno. El registro de esta obra incluye tres componentes básicos: una exhaustiva base pictórica, que aporta una sensación de firmeza y perfección; un modelado gráfico a la sanguina, que fija los contornos mediante un rayado profundo y fluido, y exalta los cuerpos a causa de su detallismo escultórico; y un uniforme plateado de fondo, que favorece la presencia del equilibrio dinámico y, más profundamente, la autorreferencia.

De la materia a la forma
El registro condiciona, pero no es la estructura. El funcionamiento decisivo pertenece a los elementos significantes, porque manifiestan el sentido. En la obra que ahora comento, el primer significante es el círculo, que funciona como plano original y también como aglutinador de los demás elementos estructurales.

En principio, el círculo le permite a Mejía Rivas sustraerse del horizonte paisajístico y, como consecuencia, posicionar sus figuras en la absoluta levedad, en una órbita extraña como la luna, o inespacial como la memoria.

Luego el significante biomórfico, integrado por la anciana, la niña y la perra, que el artista representa en un apretado bloque frontal; aquí las líneas orgánicas y refractarias vehiculan la tensión, gestionando un impresionante temporalidad. También postula como tercer significante un grupo geomórfico, complementario del anterior, formado por la luna verde, el cántaro y la rama, que aportan ritmo y contraste, en atención al equilibrio dinámico, deseable en toda imagen fija y aislada.

Recorrido

Desde hace más de 15 años Andrés Mejía Rivas viene perfeccionando sus técnicas para crear imágenes, primer el gráfito, luego la sanguina y la mezcla.

Luego el sentido
Puesto que el artista procura el sentido mediante formas justas, es importante saber cómo las utiliza. Es sabido que la función del arte es comunicar por medio de la connotación, interpretando los referentes a través de la abstracción. En la pintura de Mejía Rivas, el sentido va ofreciéndose, en una misma imagen, en grados diferentes de abstracción, que se traducen en estrategias descriptivas, estéticas y conceptuales.

En la obra “Después de la tempestad”, las figuras biomórficas y geomórficas, individualmente tratadas, son descripciones. Pero en bloque consiguen mostrar su rango conceptual, al referirse entonces a su valor, y no a su presencia.

La vida, el trabajo y la esperanza, que son los referentes finales de la pintura comentada, se manifiestan por medio de esta compleja abstracción, en cuyo curso las apariencias no desaparecen, sino que son utilizadas como mediadoras.

Esta abstracción conceptual le permite al artista tomar las figuras en bloque, referenciando, en el caso biomórfico, el valor “vida” a través de lo humano y lo animal, lo uterino, lo infantil y lo longevo.

Y en el caso geomórfico, referenciando el valor “esperanza” mediante lo cósmico y lo terrestre, al que sirven la luna verde, el cántaro y la rama, en tanto portadores de luz, agua y fuego, que son parte de los bienes que sostienen nuestra vida.

Adicionalmente, la luna verde de Mejía Rivas zanja el significado de la esperanza por otra vía, al proponernos este “círculo lejano” como si fuera nuestro “futuro deseado”. También el valor “trabajo” se vierte por este medio abstractivo, usando las figuras del cántaro y la rama para celebrar, aquí, el esfuerzo de la mujer como una institución productiva fundamental.

El remate del sentido lo aporta el uniforme plateado del fondo, que en vez de referirse a los hechos, los escamotea, alentando así la ambigüedad, el experimento y la convención, con lo cual Mejía Rivas nos propone que su pintura se observe, a su debido tiempo, como objeto autónomo, concreto y específico, y, en consecuencia, como fuente originaria de sentido.