GRACIAS, LEMPIRA.- “Vine al Festival de Los Confines a escuchar a Tyehimba Jess porque nos representa y lo sentimos cercano”, expresó Cintia Bernárdez, escritora garífuna de Honduras.
“Nuestro jazz está hermanado con la poesía de Tyehimba Jess, porque nuestra música solo puede explicarse desde la poesía y desde sus orígenes. La poesía de Tyehimba Jess es libre y el jazz es libre”, expresaba en Copán Ruinas uno de los miembros de Hibriduz, luego que el gran autor norteamericano se acercara a la banda al final de su concierto para abrazarlos y felicitarlos.
Tyehimba Jess realizó su primera lectura con alumnos de Abundant Life School en el patio del Hotel Casa Celaque donde fue escuchado con atención, junto a Robert Pinsky; y luego se trasladó a Minerva School, donde los alumnos le escucharon y le hicieron preguntas y comentarios en un maravilloso conversatorio.
Después leyó en la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM) de Gracias, y cerró con una lectura en el Parque Arqueológico y en el Museo Digital de Copán Ruinas.
En estos espacios leyó poemas de su libro “Que toda lengua se despliegue”, una edición de lujo de una colección de poemas que fueron traducidos por los poetas Leonardo Nin y Willy Ramírez y publicada por Editorial Efímera exclusivamente para sus lecturas en Los Confines.
“Mi nombre es Tyehimba Jess. Soy un poeta negro. Soy dueño de un silencio al que hay que hacer justicia”, sin duda estos versos son una declaración de identidad y de resistencia, pero además de reafirmación de una estética que se alimenta de las heridas de la historia afroamericana.
Esta es una voz actual y humana que sobrepasa la cultura norteamericana y devela a la gran nación negra que surca todos los territorios de nuestro continente americano.
El paso de Tyehimba Jess, Premio Pulitzer de Poesía 2017, por el Festival Internacional de Poesía Los Confines, despertó admiración y conmoción, pues su poesía cuenta la historia afroamericana de Estados Unidos desde de su música popular y desde la vida de sus maravillosos músicos afrodescendientes que cantaron y se expresaron en las calles, patios, plantaciones, barrios marginales, riveras de los ríos, bajo los árboles o bajo el cielo estrellado, en las tabernas, en las cárceles; en tiempos duros como crisis, protestas o en la guerra civil, en cualquier sitio donde otra persona pudiera escuchar para romper el silencio y edificar la memoria, y no olvidar que la belleza resistió azotes, marginación, injusticia, humillación y tristeza, pero jamás cedió a cantar y a contar.