Debo confesar que cuando venía en el bus pensaba que estaba viendo un incendio y eran las luces de la ciudad de Tegucigalpa”, contó el inocente niño de 9 años que a pesar de que no pudo ser piloto o arquitecto, tuvo la vocación de ser profesor, “fue la mejor decisión que tomé”, le cuenta a Tic Tac el magíster y vicerrector del Centro Universitario de Educación a Distancia.
¿Qué recuerdos tiene de su niñez?
La diversión de mi vida fue en el agua, mis mejores recuerdos eran nadando y pescando. No había un papá proveedor ni orientador, no tengo memoria de mi papá. Mi madre es una heroína al emigrar con diez hijos a Tegucigalpa un 16 de diciembre y el 23 de diciembre ya había puesto una pulpería. Empezó a matricularnos en las escuelas. Alquilábamos y en cada catre dormían dos o tres, era complicado, pero había lo más importante, el amor familiar.
¿Y de ahí?
Mi mamá siempre andaba buscando un terrenito, y fue en 1982 en la colonia Independencia, un señor le tendió la mano y ahí nos terminamos de criar. Me gradué en 1980 de sexto grado y fui ayudante de albañil de un hermano. En el 83 me matricularon en el Aguilar Paz, pero mi mamá tenía que pagar la deuda del colegio anterior y tuvo que empeñar la máquina de cocer, pagó los 66 lempiras que se debía. En el 84 fui a hacer el examen de admisión en la Normal Mixta.
¿Fue difícil seguir?
A los 15 años yo estuve por abandonar la Normal, mi mamá fue operada y no había nadie que me ayudara, y una profesora lo habló con la trabajadora social y me dieron una ayuda de 20 lempiras. Me dijeron que estaba desnutrido, pues yo solo salía con una tacita de café (comienza a llorar).
Iba a la Normal y no podía tomarme una Coca Cola, solo me daban los 20 centavos del pasaje de bus, hasta que regresaba a las 3:00 de la tarde comía. Me rebuscaba de cobrador, de hacerles mandados a los vecinos para mis trabajos manuales.
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¿Cómo conoció a su esposa?
Me casé a los 20 años. Mi esposa Norma Leticia Turcios tenía 19, era estudiante del Secretariado Honduras, la iba a vigiar por el Parque Valle. Yo tenía un sueño de seguir estudiando. En 1989 me matriculo en la Escuela Superior, era complicado estudiar y trabajar, pero agarré impulso para graduarme en cuatro años, estudié Ciencias Sociales. El día que me gradué mi mamá me mandó un sobre con 200 lempiras y una carta que le dictó a una sobrina, pues ella no sabe leer y escribir, donde decía que con ese dinero quería que algo me comprara (se le corta la voz).
¿Tenía hijos?
Sí, era más difícil pues ya éramos cinco y anduvimos alquilando. En el 95, aquí convocan a un concurso para ser asistente de profesor, fui premiado como el mejor alumno de Ciencias Sociales de la Universidad y me otorgaron la plaza, ya tenía dos trabajos y la vida nos empezó a cambiar económicamente. En 1997 me salió una beca del gobierno francés para estudiar en Costa Rica, estudié maestría en geografía en la UCR. Nunca me había subido a un avión. Me duplicaron la beca, me daban 1,035 dólares, ¡yo me sentía millonario! Toda mi vida cuando estudié en primaria y educación media, yo nunca tuve una mochila, yo llevaba mis cuadernos en una bolsa de pan o en la mano, y por primera vez en el posgrado me compré una mochila marca Jansport, tenía mi computadora e impresora. Era como que Dios me decía: “lo que te faltó, ahora te lo devuelvo, aprovechalo y disfrutalo”. Sufrí discriminación por ser hondureño. La maestría el 50% era en inglés y no sé cómo Dios me iluminó y me gradué con honores, por encima de todos, ahí vi la gloria de Dios.
¿Todo cambió para usted?
En el 99, el Inprema entregó casas y logré mi casa en La Cañada. Y aspiré en el 2000 a ser secretario académico de la universidad y en el 2002 pasé a ser jefe del departamento de Ciencias Sociales y fui reelegido por dos periodos consecutivos. En 2006 me convierten en el vicedecano de la facultad y empiezo una carrera como la leche, en el 2011, llego a ser decano de la facultad y el 2014 me eligen vicerrector.
¿Tiene un sueño por realizar en educación?
Son tantos, pero por ejemplo: que todos los niños en edad escolar estén en la escuela, y siento que si se me da la oportunidad de estar en la Secretaría de Educación, eso es uno de mis sueños, mejorar la cobertura, hacer que todos los niños de cinco años estén en prebásica y así... Y con esa nueva generación en nueve años sería todo distinto para el país.
¿Usted quiere ser ministro de Educación?
Sí, aspiro a serlo, sin andar en política, Honduras se merece que los buenos funcionarios y hondureños lleguen a los cargos, pero que no deben estar necesariamente impregnados de un color, eso es lo que más daño ha hecho. He sido considerado, pero no ha sido mi momento. Me han ofrecido ser director departamental, irme a Proheco, ser subsecretario con Marlon Escoto, pero Dios tiene el momento.
¿Y ahora vive otra etapa como directivo del equipo “Lobos”, donde es vicepresidente?
Dios me da la oportunidad de ayudar en el ámbito deportivo, desde el 2010, teníamos un equipo en Segunda y yo estaba en el comité de finanzas, en el 2013 fui secretario y ahora, vicepresidente del equipo. Como junta directiva me siento parte de ese éxito y me siento orgulloso cuando lo reconocen. Mi sueño es ver campeón a “Lobos” y entrar a la Concacaf League.
¿Entrenador que admira?
A José Salomón Názar, porque con nada está haciendo mucho, de los 10 técnicos de la Liga es el mejor entrenador que hay, en formación, en experiencia, en trato a los jugadores. Es un hombre honrado, es mi consejero, me dicen que soy un as en esto ahora, pero se lo debo a Názar.