Tegucigalpa, Honduras
Pareciera que Sergio Chiuz nació con lápices en sus manos. Atípico hondureñito, en vez de balones de fútbol lo que pedía eran colores y borradores. El caricaturista de EL HERALDO nos cuenta su historia, sus otras pasiones y por qué no volverá nunca a un estadio, donde casi vio la muerte.
¿Qué recuerdos tiene de su niñez en Las Vegas, Santa Bárbara?
Tuve una niñez feliz por haber tenido unos padres muy cariñosos. En un pueblo se vive mucho mejor, sin el ajetreo de la ciudad. Hice mi primaria y secundaria en el Instituto Tiburcio Carías Andino y luego me vine a Tegucigalpa a estudiar a la Escuela Nacional de Bellas Artes.
¿Cómo nació esa pasión por dibujar?
Desde primer grado me gustaba dibujar, la profesora me ponía en la pizarra y los compañeros me pedían que les ayudara en las tareas de dibujo. Empecé a dibujar los héroes Batman y Superman, y recortaba las caricaturas de Roberto Budde, que trabajaba en diario Tiempo, y así fue el comienzo...
¿Y se vino para Bellas Artes?
En el colegio participaba en varios concursos y el profesor de artes plásticas me dijo que tenía madera, y me motivó a ir a Bellas Artes, mi papá no estaba de acuerdo, me dijo que “con pinturas y dibujos no te vas a ganar la vida”, pero un tío me matriculó. Cuando hice el examen de admisión me gané una beca por el índice, que fue de 93.
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¿Cuándo supo que lo suyo era ser caricaturista?
Me dediqué cuando el profesor Miguel Ángel Montoya, que trabajaba en El Cronista y daba clases de artes gráficas, me dijo que tenía madera para caricaturista y él me formó, junto a Marlon Bay. También hacía pinturas y esculturas y me gané una beca de un año en Italia y fui, pero supe que lo mío no era eso. Cuando me gradué estuve dando clases seis meses, luego fui restaurador de pinturas en el museo Villa Roy, trabajé de diseñador creativo en seis agencias de publicidad y luego en periódicos.
¿En qué año llegó a EL HERALDO?
En 1980, solo tenía seis meses de haberse creado y estaba muy emocionado cuando salió mi primera caricatura, recuerdo que era sobre la campaña de Suazo Córdoba y Zúniga Agustinus, estaba el pueblo en un pantano y viendo cuál de ellos dos lo sacaba.
¿Pues del año 1980 hasta el presente, nada ha cambiado?
Los mismos problemas he estado dibujando de años, en toda esta generación de políticos, ninguno los ha resuelto: educación, inseguridad, desempleo, falta de vivienda, son los mismos problemas, pero con diferentes actores.
¿A qué caricaturistas admira?
Hay mucho talento, todos son muy buenos, Mcdonald, Roberto Ruiz, Napoleón Ham, Marlon Bay, David Chávez y Doumont, que era uno de los mejores, también Rowi (Roberto William).
¿Dónde conoció a su esposa?
A mi esposa la conocí en el velorio del papá de McDonald, pues mi esposa es prima de él. Nos hicimos amigos, novios y rápido nos casamos, al año. Y fue la mejor decisión, una buena esposa, mi amiga, mi todo... ella hasta me da ideas para mis caricaturas ja,ja,ja...
¿Y sus hijos tienen la vena de dibujantes?
Sí, los dos diseñan, mi hijo Ricardo estudió en Bellas Artes y actualmente estudia tercer año de arquitectura, y a mi hija Barbarita solo le falta un año para ser psicóloga. Entre los dos abrieron una empresita de diseño de camisetas y tazas, ahorita están haciendo unos murales, así que el apellido Chiuz sigue...
¿Sus padres son hondureños?
Sí, mi abuelo es que era de Cantón, China... él se vino a México y luego a El Salvador, donde conoció a mi abuela, y los dos se vinieron para Cortés, de allí abrieron un negocio en El Jaral, en el Lago de Yojoa, y cuando nació mi papá se fue a vivir a El Mochito, donde conoció a mi mamá. Tengo orígenes asiáticos y salvadoreños, ja, ja, ja...
¿Algún personaje de la historia que admira?
Walt Disney fue un genio, por la creatividad que tuvo de hacer un monstruo de su compañía, sus películas, sus personajes han sido inspiración para mí.
¿Sus pasatiempos?
La jardinería, empezamos con mi esposa a atender el jardín y comprar plantas, así me fue metiendo a sembrar, a podar, me gusta en mis ratos libres dedicarme a cuidarlas.
¿Su escritor preferido?
Vargas Llosa y los escritos de José Adán Castelar.
¿Le gusta el fútbol?
No, soy Motagua por mi hijo, pero no me gusta. Tengo una anécdota que me pasó. Estuve a punto de morir en el estadio Nacional. En lo que pasó en el portón 11, donde murieron cuatro personas, ahí estaba yo. Casi me muero. Fui con mi hijo a la final, nos pusimos en la fila, había un gentío, abrieron el portón y empezó la gente a empujar, sentía que me quebraban, empecé a gritar ¡no aguanto!; mi hijo sí pudo salir, pero yo no, me he quedado sin zapatos y luego caigo, me estaba ahogando, adelante estaba una mujer que gritaba que estaba embarazada, los bomberos gritaban que no empujaran, yo estaba abajo, tirado, y la gente encima, yo estaba respirando los últimos minutos, lo que me salvó fue el chorro de agua, eso quitó la presión de las personas, se empezaron a apartar y me jaló un bombero. Y yo volviendo en mí, respirando, yo pensaba cuando estaba ahí: voy a morir aquí. Y mi hijo preocupado afuera, yo salgo todo mojado y le dije vámonos de acá, y me fui a casa descalzo. Así que con esto que pasó no pienso volver nunca al estadio.
¿Deseos de año nuevo?
Que la crisis política mejore, mientras hay paz, hay trabajo. Y que mis hijos terminen su carrera profesional, uno ya va para abajo y no me gustaría que se queden en al aire. Tengo bastantes esperanzas de que serán buenos profesionales, buenas personas y buenos hondureños, porque ese es uno de los mayores problemas que hay en la sociedad, una paternidad irresponsable.
Tienen el montón de hijos y no les apoyan y en la calle cualquiera es presa.
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