Sus brazos parecen dar vida real a aquellas hélices de “El helicóptero” que lo lanzó a la fama a comienzos de este siglo; “El misterio” no forma parte de su carácter diario y cuando pide que “Enciendan los motores” no hay quien pare a este showman de 38 pirulines y un imperio en la música urbana que nadie ha podido doblegar...
Nació en La Satélite, se crio en La Altamira y “anduvimos rodando por todo San Pedro Sula”, recuerda Humberto Syrome Mendoza Ávila, DJ Sy para los entendidos en la materia, su ilustre majestad del reguetón hondureño que, pañuelo en la cabeza mediante, pudo llenar dos veces el coliseo Nacional de Ingenieros de Tegucigalpa cuando su lírica incineraba las mentes más conservadoras de la época.
- Era amado y odiado.
Los años han pasado, pero el polvo no se aplacó. Lo encontramos en los estudios de Radio Activa, la empresa de la familia, “con 60 libras menos a pura bicicleta, mi otra pasión”, pero con muchas libras más de cuando le pedía a su público sacarse la camisa y revolearla por los aires para simular el vuelo de un helicóptero. “Es irónico, pero no me encantan las masas, soy más privado y mi círculo de amigos es hermético”, cuenta sin ponerse colorado.
Aparece, saluda y se va don Humberto, su padre y una cara por otra, y a solas con el cantante y productor nos imaginamos estar escuchando el “¡Hey, DJ Sy, tírame la pista!” en plena tarima al lado de aquel cipote flaco y alto que no se borra más de la mente de los hondureños.
“Siempre fui flaco y alto y cuando preguntaban quién se quería poner a la meta, allá iba Sy, el de las manos largas” y el de las pasiones ocultas que se van descubriendo con los años.
Bueno, Sy, me contabas que de primero a sexto te iba bien en las clases… lo bueno vendría después.
Sí, porque ya en el colegio descubrí las mujeres. Escribía poemas, pero sin mandárselos… ja, ja, ja. Digamos que no fui el más disciplinado y de primer curso en adelante sí sentí la presión del estudio, pero todo iba coincidiendo con mi descubrimiento por el amor a la música.
¿Qué música?
El rap. Mi influencia era Tupac y empecé cantando rap en inglés con dos amigos: Damián Sound y El Templo JDD. Yo era el menos malo de los tres… ja, ja, ja.
En medio de esa fregadera es que fui encontrando mi talento como productor y me volví director de la orquesta.
¿Ese fue tu primer trabajo, entonces?
¡No! Trabajo desde los 13 años porque es un mandamiento dentro de la familia para aprender el valor de la honestidad y el manejo del dinero. Empecé siendo el asistente del asistente de un mecánico, ganaba 300 lempiras y me acuerdo que con mi primer sueldo abrí una cuenta en Banco Sogerin… ya legalmente trabajo desde los 18… ja, ja, ja. Inicié grabando anuncios de radio, me tocó empezar de cero.
Bueno, ¿pero cómo fue eso que un rapero se hizo reguetonero?
Fue bien raro porque el reguetón como tal lo conocí por medio de un amigo canadiense que vivía en Honduras. A él le dieron un casete que traía el famoso playero, me lo enseñó a mí y así me fue gustando. Ya cuando inicia La Flota entro de lleno a ese mundo produciendo pistas.
Legendarios, ¿eh?
Sí. Llenábamos en Tegus, San Pedro, Santa Bárbara, en cualquier lado del país. Era tipo 96, 97 y ya en 2001 lanzamos el primer disco: “DJ Sy presenta La Flota”.
Antes de seguir, contanos de dónde nace el DJ Sy como nombre artístico.
Ya de niño me empezaban a decir Sy, diminutivo de mi nombre Syrome, y a la hora de meterme a la parte artística salía mejor DJ Sy que DJ Humbert, por ejemplo, que es mi otro nombre.
¿Y el DJ es porque hacías mezclas y todo eso?
No, el DJ es porque en los noventa, como te comentaba, yo era el productor de La Flota, era el que le ponía la salsa a los tacos y a la hora de los conciertos me obligaban a ir a ponerles la pista; por eso nace la frase “¡Hey, DJ Sy, tírame la pista!”. Me decían DJ por eso, pero yo no era DJ, literalmente no “escrachaba” ni agarraba un vinilo y mezclaba, ese no era mi fuerte.
Llega el éxtasis
El concierto va por la mitad y el contagio es natural. “Mi show es energético, obligo al público a interactuar conmigo”, explica Sy mientras ve de reojo el reloj del tiempo que cuelga en su mente.
“Mis mejores años fueron de 2003 a 2007. Ya como en 2008 empezó un declive orgánico y después de casarme tomé la decisión consciente de no renovar mi ciclo”, dice.
- Agarré contrato con una empresa de refrescos y después salía hasta en la sopa.
¿Qué fue lo más raro que viviste en un concierto?
Cuando llenamos por segunda vez el Nacional de Ingenieros y en plena tarima Allan Vallecillo me agarra el brazo y me grita: “¡Sy, esto nunca lo había visto acá, nunca lo voy a olvidar!”. Como yo no soy de la capital no entendía la magnitud de lo que estábamos haciendo, es como que mi alma no estaba ahí; sin embargo, Pira lo estaba grabando todo y recién después de ver el video pude comprender de lo que me hablaba Allan.
Y con la fama y el dinero me imagino la cantidad de mujeres que llegaron a tu vida, ¿no?
Fijate que en mi vida había tenido dos novias, novias pero sí, en ese momento que estaba pegado me destapé con las loqueras. Con la fama las oportunidades van creciendo, el estilo de vida es de mucha noche, mucho alcohol, mucha mujer... era mi vida 24/7 y llegó un momento en que me cansó.
¿Por qué?
Perdés tu privacidad. Recuerdo una vez que vamos con mi hija a un mall, se formó una masa de gente alrededor mío y me separaron de la mano de Ashley... ahí dije que eso no era más para mí, no quería que me volviera a pasar.
¿Y en ese mundo probaste las drogas?
No, nunca fui de drogas a pesar del ambiente en donde nos movíamos. A mí lo que me gustaba era beber cerveza y era más que un bebedor social, aunque no llegué a ser alcohólico, la bebida nunca llegó a controlarme.
Hablemos finalmente del DJ Sy de hoy: ¿Te gusta el reguetón actual?
Me encanta. Me gusta el trap también, pero el original norteamericano no el latino, a pesar de tener ese estigma de ser vulgar o explícito.
¿Pero en el carro qué música escuchan con tus hijos y tu esposa?
Te vas a reír. Escuchamos k-pop, pop coreano. Ahora bien, si vamos solo mi esposa y yo escuchamos rock ochentero y noventero y si escucho música urbana trato de consumir local: Menor Menor, El Padrino, Anthony Campbell, Montalvo, Quinta Estrella. Y cuando ando en bicicleta escucho Queen, música electrónica y hasta Bad Bunny.
Ja, ja, ja. ¿Cuándo iniciaste en el ciclismo?
Empecé hace tres años cuando Odin Muñoz, mi mejor amigo, me invitó a pedalear. Ahora él es el presidente de nuestro equipo Team Delta, que vendría a ser el equivalente a decir Olimpia o Marathón en fútbol: son 22 elementos, con nutricionistas, médicos, técnicos de bicicletas, patrocinadores, de todo. Yo empecé con una bicicleta 26 usada en la que ni cabía, pero me enfermé, se me volvió adictivo y así fui dejando el alcohol, paré de salir en las noches, empecé a conocer mi ciudad y hasta mi mujer me quiere más porque estoy más flaco... ja, ja, ja.
¿Vas a volver a los escenarios, Syrome?
Es que literalmente yo nunca dije “me retiro” y siempre me subo a la tarima: este año hice dos fechas en la Feria Juniana y otra en el Car Show.
Pero algo que me motiva a terminar digitalmente el disco “Dos caras” es que le tengo una promesa a mi hija mayor: que disfrute a su papá, el entrecomillas famoso. Estoy trabajando un sencillo con Menor Menor y en febrero voy de gira a EE UU.