Tic Tac

Octavio Pineda: 'Me costó sentar cabeza, me casé a los 42 años”

Secretario del Partido Liberal, catedrático y exmujeriego...

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25.05.2018

Tegucigalpa, Honduras
Apenas afloran los recuerdos de don Rafael Pineda Ponce, la voz se le empieza a quebrantar, los ojos se le comienzan a humedecer y la nostalgia se traduce en esas lágrimas que se deslizan sutilmente por sus mejillas.

“Más que tener una relación de padre e hijo, llegamos a ser muy buenos amigos. Lo extraño y se me hace difícil no emocionarme al recordarlo”, cuenta entre sollozos Octavio Pineda, mientras su papá, desde la inmortalidad de ese retrato colgado en la pared, “le observa” con mirada amorosa y a pocos centímetros de la fotografía del expresidenciable Modesto Rodas Alvarado; “fui al funeral de Rodas Alvarado y fue de las pocas veces que miré llorar a mi papá en público, porque se llevaban muy bien”.

Abogado, notario, exdiputado, catedrático y amante de la escritura, Octavio se acomoda en su silla de secretario general del Partido Liberal y ata uno a uno los cabos de su vida.

“Mi papá me inculcó que debía ser yo mismo y que no debía vivir a la sombra de nadie ni esperar a que él me resolviera las cosas, sino que tenía que aprender a resolver mi vida”, afirma en medio de un mano a mano con Tictac en la sede del liberalismo...

Bueno, me imagino que ese amor por el Partido Liberal obviamente viene de su padre...
Sí, porque desde mis siete años lo acompañé en la política y me inculcó no solo la ideología del liberalismo, sino que el partido representa que somos libres pensadores. Me acuerdo que en una sede de Comayagüela tenía reuniones casi clandestinas porque los militares no querían que volviéramos a la democracia.

¿O sea que desde pequeño aprendió de política?
Mi papá me llevaba a la casa de Rodas Alvarado (líder del Partido Liberal) y el señor me ponía a escuchar sus discursos, mientras ellos platicaban, y aprendí mucho de la política acompañando a mi padre. Mi papá me decía: “Escuchá, mirá y aprendé para que, cuando te toque, ya sepás lo que hay que hacer”.

Pero vivió una niñez normal y supongo que hizo diabluras, ¿verdad?
Como cuando casi incendio la casa porque me puse a hurgar los tomacorrientes con papeles y alambres y no sé cómo no me electrocuté ja, ja, ja. Otra vez regresé tarde a la casa por andar jugando pelota, entonces mi mamá me fue a traer del pelo y me tuvo hincado mientras ella planchaba.

Posando con sus hermanos (Rafael -fallecido-, Alicia y Mario) y sus padres: Rafael Pineda Ponce y Lidia Espinoza.

Octavio junto a sus padres y hermanos.

Y con don Rafael, ¿qué anécdota recuerda?
Él sembraba rosas en el patio de la casa, me ponía a que le ayudara siendo yo niño y una vez lo abracé por atrás y le dije: “Quiero que seamos amigos”. Le impactó tanto que hasta echó su lagrimita y me contestó: “Vamos a ser amigos toda la vida”... y fuimos amigos hasta que el día que falleció (se enmudece y con su mano quita sus lágrimas)... Cuando él estaba en su etapa final, volvimos a recordar ese momento. Lo extraño.

¿Cuál fue el mejor legado de Pineda Ponce?
Nos dejó un legado de honradez, dignidad, coraje y lucha. Fue un hombre honesto, recto y que cuando tenía convicciones las defendía con valor. Nos dejó ese legado y yo no puedo manchar el nombre de Rafael Pineda Ponce con un acto de corrupción.

¿Por qué cree que su papá no fue Presidente?
Él pierde las elecciones con Ricardo Maduro porque, como siempre pasa en el estilo Honduras, hubo fraude, y porque los líderes liberales, incluso personas que él ayudó a ser presidentes, lo traicionaron. Aquí tengo un reclamo: el magisterio, al cual él había servido mucho (aprobó el Estatuto del Docente), no lo acompañó; creo que esa es una deuda pendiente del magisterio con Rafael Pineda Ponce.

¿Qué tan buen consejero fue con usted?
Hasta los últimos días de su vida, siempre fue un maestro y un sabio. Siempre me dijo: “graduate, no te casés rápido y creá un patrimonio para que atendás bien a tus hijos”. Cuando me miraba sufriendo por alguna novia, me daba consejos y una vez me dijo: “Mirá, las mujeres son como el océano: profundas y desconocidas; por más que uno trate de averiguar nunca aprende a conocerlas del todo”. Cuando lo miraba preocupado y triste a uno, le apretaba el hombro y le decía: “Hágase macanudo”.

Hablando de mujeres, ¿tuvo muchas novias?
Uf... se va a reír mi doña; tuve muchas novias. Me costó sentar cabeza porque ya lo hice bastante mayor, me casé a los 42 años. Había temporadas en las que me portaba bien y solo tenía una, pero otras veces tenía varias. Siempre tuve a alguien con quien compartir.

Se casó a los 42, ¿por qué le costó tomar ese tren?
Es que me dediqué mucho a estudiar, viajar y trabajar. Quizás en el fondo no me sentía con la madurez suficiente para tener una familia. Antes de los 40 ya empecé a pensar en constituir una familia y hace ocho años lo hice con mi actual esposa. Hasta ahorita solo tengo una hija de seis años, pero ya vamos a empezar a buscar el varoncito para que no esté solita la niña.

Octavio junto a su esposa e hija.

El político junto a su esposa e hija.

¿Cuál fue el mayor acto de amor que hizo?
Ir a Brasil a visitar a una novia (hondureña) que quería mucho. No me aguanté y la fui a ver hasta Pirassununga. Le caí de sorpresa y estuve como tres o cuatro días. Yo era de los que me gustaba llevarle serenata a mi novia porque me gusta mucho la música ranchera, al igual que a mi papá.

Cuando era joven, ¿le gustaban los tragos?
Tuve mi etapa de parranda y todavía me tomo mi vinito. Más de alguna vez se me pasó la mano, pero imagínese con rancheras, novia y amigos... Una persona normal no puede decir que no ha pasado por eso y el que se lo diga es mentiroso.

¿Y por qué le gustó el mundo de las leyes?
Porque mi papá me decía que el abogado tiene una visión general por ser un médico social, lo que un doctor hace en el cuerpo humano, un abogado lo hace en el cuerpo social, ya que extirpamos el mal a la sociedad: cuando acusamos a violadores, defendemos derechos de las mujeres maltratadas, etc. Y la otra es que me decía que un abogado tiende a ser un buen político porque derecho y política están íntimamente relacionados.

Tengo entendido que era buen estudiante, ¿tenía presión de serlo por ser hijo de Pineda Ponce?
Sí. Incluso el abogado Oswaldo Ramos Soto se aprendió mi número de cuenta y siempre me preguntaba en clase, pero yo iba preparado. Varios profesores me decían: “Si usted es hijo de Rafael Pineda Ponce, entonces tiene que ser bueno porque su papá es muy brillante”. Pero me iba bien.

¿Y es tan buen profesional como era de estudiante?
Quisiera tener mayor éxito en la abogacía, pero quizás no le he dedicado suficiente tiempo. Sin embargo, en la docencia me va bien y doy clases en la UNAH desde los 25 años.

Pero con 25 años parecía alumno más bien...
Fíjese que me tuve que dejar crecer el bigote para que me miraran un poco mayor porque, cuando llegaba al aula, los alumnos creían que era compañero y me preguntaban: “Hey, ¿vos conocés al profesor?”, ja, ja, ja...

Políticamente, ¿es bueno o malo vivir bajo la figura de su progenitor?
Mi papá me dijo que los apellidos abren puertas, pero que también cierran otras. Yo heredé los amigos de mi padre, pero también los enemigos de él. Hay gente que no le tenía buena voluntad.

¿Cree que puede alcanzar los niveles de su padre?
Él me decía que miraba su continuación en mí, sobre todo porque fui el único de sus hijos que se metió a la política. Cuando le conté a mi mamá que me iba a volver a meter en política, me dijo: “¡Ay! Yo creí que ya había terminado con tu papá y ahora vas vos”, ja, ja, ja.

Muchos dicen que el Partido Liberal está enterrado, ¿qué cree usted?
A nosotros nos daban por muertos en las elecciones pasadas y Luis Zelaya despertó el entusiasmo del liberalismo. Somos el centro político del país. Después de dos períodos del Partido Nacional, y sobre todo el último ilegal, el único que puede ganar las próximas elecciones es un partido de oposición y el que está más ordenado y tiene capacidad de recuperación es el Liberal. Y hasta esto es cierto: los nacionalistas prefieren entregarle al poder al Partido Liberal que a otro.