En tiempos de violencia e inseguridad, las tradiciones que rescatan el respeto, armonía y convivencia entre pueblos deben cobrar realce, y una de esas costumbres es precisamente el guancasco.
Se trata de una tradición de los pueblos indígenas de Honduras, un acto de hermandad entre comunidades, un encuentro en el que se dejan atrás las querellas y se da paso a la paz.
Según la información que maneja la Oficina del Centro Histórico de Ojojona, el Programa Patrimonio AECID y la Asistencia Técnica Cultura e Identidad de la AACID, esta antigua celebración es mejor conocida como paisanazgo y se define como los encuentros recíprocos realizados entre dos pueblos con la participación de los habitantes y líderes naturales, religiosos y políticos de ambas comunidades, con el propósito de reafirmar los lazos de amistad o reconciliar sus divergencias.
El pasado 20 de enero se celebró en Ojojona el baile del guancasco, una actividad muy esperada entre los pobladores de este pueblo y de la comunidad de Lepaterique.
Las referencias más antiguas registradas sobre la práctica del guancasco entre ambos pueblos datan del año 1875, en ese entonces las autoridades de Lepaterique acordaron “que siendo esta función antigua y progresista, la municipalidad prepare su cometido con el empleado correspondiente y el vecindario llamado al cumplimiento para concurrir al pueblo de Ojojona en el tiempo citado...”.
Luego, según el archivo del Centro Histórico de Ojojona, aparece otra referencia en el periódico La Paz, que data del año 1881. Lo importante de este registro es que un oriundo de Ojojona, conocido como “Cabañitas”, describió la festividad de la siguiente forma: “Los pueblos de Ojojona y Lepaterique tienen una fiesta tradicional cuyo origen se ha perdido en la noche de los tiempos. Lo probable es que estos pueblos indígenas deben haberse profesado, en época lejana, mortal enemistad y que cansados de luchar y a favor tal vez de alguna buena inspiración piadosa, hicieron pacto de concordia y unión, la simbolizaron con la festividad del guancasco”.
LA AMBIENTACIÓN. Todo comienza con una oración de los danzantes, la que concluyen con el grito “¡Guancasco!” al unísono. En el ambiente impera el olor a incienso y mirra, y al sonar el pito o flauta simple acompañada de la caja, entran los bailarines con sus trajes coloridos, machetes y llamativas máscaras.
La bandera con la cruz representa a San Sebastián, mientras que la bandera amarilla simboliza a la Iglesia.
Los danzantes hacen círculos que representan la unión entre ambos pueblos, realizan el juego de banderas, el baile del caballito y el del zopilote, además de dramatizar una riña entre moros y cristianos.
ENCUENTRO DE DOS SANTOS PATRONOS. Generalmente los guancascos se celebran coincidiendo con las ferias patronales de las dos comunidades vecinas.
Se acostumbra que uno de los santos patronos, en este caso Santiago Apóstol -en representación de Lepaterique- visite al santo patrón de Ojojona -San Sebastián-.
Esta tradición es una oportunidad para olvidar las antiguas querellas entre los pueblos de Ojojona y Lepaterique, muchas de ellas ocasionadas por problemas de tenencia de la tierra.
La costumbre indica que el pueblo anfitrión debe devolver la visita a su huésped y será tratado con la misma hospitalidad y alegría.
Por ejemplo, en el caso de la festividad de Santiago Apóstol, que se realiza del 19 al 25 de julio, el 24 de julio es considerado uno de los días más importantes de la festividad, ya que desde muy temprano se espera la llegada de los vecinos de Ojojona y su santo patrón.
El no celebrarse esta tradición se toma como una grave ofensa que podría culminar en enemistades con el pueblo vecino.
Según explican en el Centro Histórico de Ojojona, con la celebración de esta festividad estos pueblos se han mantenido siempre unidos, pero es de notar que pese a esa fraternidad es raro ver un enlace matrimonial entre los individuos de una y otra comunidad. Sus vecinos se dan el tratamiento de paisanos, amigos y compadres. Ellos creen que a la devoción de sus patrones deben su estado de moralidad.
DETRÁS DE LAS MÁSCARAS. El colorido de los trajes y las máscaras juega un papel importante en esta tradición, aunque según Rubén Darío, historiador y antropólogo cultural, en la mayoría de guancascos que se celebran en Honduras las máscaras ya no son originales, lo que considera una lástima porque también estas son parte del patrimonio nacional. “¿Será tan complicado que los docentes busquen alternativas de participación en estas festividades? Una bonita actividad para los alumnos de sexto grado sería reproducir los trajes o tallar en madera u otro material las máscaras originales, que casi siempre representaban felinos o personajes oníricos”, sugirió el entrevistado, quien lamentó haber visto en más de una ocasión algunos bailes del guancasco en los que las máscaras no correspondían a la tradición, sino a elementos foráneos.
“Es inaudito que algunos bailadores del guancasco luzcan máscaras de Mickey Mouse o Topo Gigio; esto únicamente deteriora nuestro acervo cultural”, cuestionó.
Rubén Darío Rivera amplía el verdadero sentido y el valor cultural de esta tradición.
¿Cuál es el verdadero sentido del guancasco? El verdadero sentido es la convivencia entre pueblos vecinos y que casi siempre comparten una historia en común. De hecho la documentación histórica sobre las celebraciones en tiempos pasados no es frecuente y las investigaciones son escasas, pero es una dicha que desde el imaginario popular el guancasco esté presente. Es probable que el encuentro entre los pueblos sea una práctica para superar diferencias y que se remonte a tiempos precolombinos, y en su acontecer se han venido incorporando otros elementos, de ahí que uno lo que puede observar en el guancasco sean elementos de carácter religioso, mágico y pagano, además de una fusión de elementos llegados desde otras latitudes.
¿En qué consiste esta celebración? Se trata del encuentro entre dos o más pueblos, estos pueden tener categoría de municipios o a veces puede ser entre un municipio y una aldea, en otras ocasiones se lleva a cabo únicamente en aldeas, exceptuando el guancasco que se celebra entre los municipios de Ilama, Gualala y Chinda, donde participan los tres pueblos y es el único guancasco tripartito. La celebración de los distintos guancascos que se llevan a cabo en Honduras coinciden con el inicio de la feria patronal de los distintos pueblos, y la Iglesia hábilmente ha incorporado el calendario litúrgico. Por ejemplo, en el caso de Gualala desde meses anteriores a la fecha del encuentro el Cristo Negro visita las principales aldeas y algunas familias ya por tradición le hacen un rezo que a veces dura hasta altas horas de la noche y se comparten comidas, bebidas, cánticos y se lanzan cohetes de vara.
El festejo principal es cuando la imagen se desplaza al municipio vecino, el encuentro se lleva a cabo en lugares establecidos para el mismo, y es allí donde el pueblo anfitrión espera cortésmente a la comunidad visitante y se hacen los saludos respectivos de las imágenes.
¿A qué época se remonta esta tradición? Sin duda se trata de tradiciones antiguas y por la diversidad de elementos que se exhiben en las festividades se pueden identificar detalles de tiempos pasados. Las referencias históricas son escuetas, además por el dinamismo de la propia cultura se han venido agregando o quitando algunos elementos mientras se desarrollan.
¿Cuáles son los elementos políticos, religiosos y sociales que se expresan en esta tradición cultural? El tema religioso está presente desde la participación de algunos sacerdotes en las celebraciones y luego las procesiones de imágenes que constituyen la parte fundamental, sobre todo porque aglutinan expresiones arraigadas de fe de quienes las visten, las limpian y las pasean en hombros. En el aspecto social vale destacar la amplia participación ciudadana, el rol de los jóvenes organizados procurando darle vida al evento cultural. Los guancascos también resultan beneficiosos para las actividades económicas, muchas personas compran y venden productos artesanales, además los pueblos se convierten en mercados ambulantes, al menos por algunos días.
¿Considera que esta práctica es digna de imitar tomando en cuenta el “pacto de hermandad” entre pueblos?
Me parece que en los momentos de pesadumbre que vive el pueblo hondureño por la ola de violencia los guancascos podrían resultar fundamentales y fortalecerlos al menos donde la tradición ha cobrado vigencia. No se trata de imponer patrones culturales en regiones diferentes, sin embargo, se podrían valorar otras manifestaciones que pueden tener como fin la convivencia, el respeto y sobre todo la solidaridad entre seres humanos.
¿Esta costumbre es exclusiva de Honduras? No, quizá el término guancasco sea exclusivo, aunque no se conoce el significado, o lo que conocemos son únicamente aproximaciones. En otros países también se llevan a cabo encuentros y con frecuencia los pueblos buscan puntos de coincidencia para implementar alternativas de desarrollo. Existen en Honduras una serie de mancomunidades que también habría que fortalecerlas, acrecentando así el sentido de identidad local.
¿Existe en el país literatura sobre el guancasco? Muy poca información, en Honduras hacen falta investigaciones sobre diversos temas culturales, no se han trabajado lo suficiente y podrían ser motivo de tesis doctorales. Es necesario que las autoridades competentes asuman estrategias con los distintos medios de comunicación, sobre todo para difundir y fomentar nuestro acervo cultural como país multicultural y pluriétnico. El conocimiento de la cultura nacional debe ser una prioridad de los distintos entes educativos y parte fundamental del Plan de Nación.