Sucesos

'Era un cipote trabajador y Dios se lo ha llevado”: Tía de obrero soterrado

Franklin Josué Arias, de 17 años, era el sustento de su familia. Producto de la explosión perdió sus piernas

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14.09.2016

Tegucigalpa, Honduras
A su corta edad ya asumía responsabilidades de un adulto. Así fue la vida de Franklin Josué Arias García, de 17 años de edad, una de las víctimas de la fuerte explosión registrada el martes en un sector del anillo periférico de la capital de Honduras.

Tenía dos semanas de haber regresado a este trabajo, después del lapso de unos meses de inactividad, según confirmaron familiares que llegaron a la escena.

“Es mi primo, yo sé que es él, porque eran los únicos dos que estaban abriendo el zanjo”, repetía una de sus primas.

“Había dejado de trabajar pero hace algunas semanas lo habían llamado de nuevo”, contó doña Rosibel García Canales, madre del malogrado joven.

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Incansable
Franklin Josué residía en la colonia Ramón Amaya Amador de Comayagüela y según su madre había salido ese día a las 6:00 de la mañana porque se tenía que presentar a las 7:00 de la mañana.

“Trabajaba jornadas de diez horas y hoy (ayer) me había dicho que iba a hacer un zanjo, pero nada más”, detalló doña Rosibel.

Siempre lo esperaba a las 6:00 de la tarde cuando llegaba a la casa, agregó.

Tías, primas y otros parientes del joven sucumbieron en las áreas verdes del lugar, producto de la conmoción tras conocer la noticia.

Durante más de una hora y media sus conocidos esperaban con ansias y desesperación el resultado de la angustioso rescate.

Fue hasta las 12:15 del mediodía que pudieron observar el fatal desenlace. Arias García corrió con la misma suerte que su compañero de labores y amigo, Francis Aguilar, ambos habían llegado a cumplir con su labor.

Desgarrador
La dura noticia se tornó aún más fuerte al constatar por parte de sus padres que producto del estallido también había perdido sus extremidades inferiores.

“Siempre fue un cipote trabajador y hoy Dios se lo ha llevado, él sabrá porqué”, exclamó una de sus tías alzando sus brazos al cielo en señal de oración.

El cuerpo de Franklin, junto al de su amigo Francis, fueron llevados a Medicina Forense para practicarles la autopsia, mientras tanto sus familiares no dejaban el lugar donde terminó la vida del joven.

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Dos primas de la víctima fueron las primeras en llegar al lugar del accidente.

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Otros familiares no creían lo sucedido y pedían fuerza al Altísimo.

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Un hermano menor de Franklin es consolado por un obrero.

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