Tegucigalpa, Honduras
Emprendió el largo viaje por tierra desde el recóndito Nandasmo, en Nicaragua -alrededor de 496 kilómetros- para llegar a la capital hondureña solo para ver a su pequeño hijo adentro de una caja mortuoria.
Doña María Mercedes Martínez es madre del menor Gabriel Antonio Pérez Martínez, de 10 años, quien falleció de forma violenta el pasado sábado en esta ciudad.
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El menor de origen nicaragüense fue encontrado sin vida cerca del río Choluteca, al final de la sexta calle, a inmediaciones de la primera avenida de Comayagüela.
Dolor y llanto
“Nunca me imaginé que le iba a pasar esto a mi muchachito”, fueron las primeras palabras que doña María expresó al llegar a las instalaciones de Medicina Forense, donde esperaban para ser retirados los restos mortales de su niño.
“Con gusto mío se vino él niño con su papá para acá a Honduras”, aceptó doña María. La inconsolable madre pidió entre lágrimas y la voz entrecortada que los responsables paguen por haberse ensañado de esa manera contra su hijo.
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“Para mí es duro esto, él era un niño, no tenían por qué haberle hecho eso”, vociferaba mientras se tomaba el cabello con sus manos.
El capítulo más desgarrador para esta familia pinolera se vivió al ver por primera vez el cuerpo de su hijo adentro del ataúd blanco.
“No te voy a volver a ver mi muchachito”, gritaba la señora.
Un “chavalo” querido
Gabriel Antonio era alumno del segundo grado en la Escuela Profesora Gloria Hebsabeh, en su natal Nandasmo, en el departamento de Masaya, Nicaragua.
El cadáver fue retirado ayer alrededor de las 12:35 del mediodía de la morgue del Ministerio Público para luego tomar el tortuoso y largo camino hacia tierras nicaragüenses. Según recordaron sus parientes, el menor era muy querido en el cafetalero pueblo de Nandasmo, era hiperactivo y la gente lo quería por su forma de ser, a pesar de ser un niño.
Con pesar explicaron sobre las diferencias en cuanto a la seguridad entre ambos países; en Nicaragua cuando la gente encontraba solo en la calle a su hijo se lo llevaban a su casa.
La familia Pérez-Martínez toda la vida se ha dedicado a la comercialización de artesanías y productos comestibles en pequeña escala, una actividad que ha traído al padre del menor, Raúl Pérez, a Honduras desde hace 15 años.
Pérez había tomado como su mercado predilecto la capital hondureña. Vendía sus productos en los mercados de Comayagüela y la Plaza Central. Desde que se dio el hallazgo el domingo, las autoridades correspondientes comenzaron las investigaciones para esclarecer el crimen