Tegucigalpa, Honduras
“¡Papá, papá, ahí estás!”, decía con angustia y su voz entrecortada por el llanto una pequeña niña de tez blanca y cabello rubio, mientras deslizaba su mano frágil por el ataúd en el que yacía el cuerpo de Mario Reniery González Sánchez, su padre.
Entre lágrimas, pesadumbre y muchas anécdotas fue velado y luego sepultado ayer en la capital el dinámico activista del Partido Nacional, asesinado por presuntos miembros de la pandilla 18.
“Papucho”, como le conocían sus amigos de infancia y vecinos de la colonia 21 de Octubre, era un reconocido militante de este instituto político, muy querido por sus allegados, apreciado por su don de ser humano, relataron sus amistades.
Anécdotas y más anécdotas
“Siendo cipotes, cuando íbamos a buscarlo a su casa y preguntábamos por Mario, salía su mamá y nos decía: ‘¿Quién es Mario?’, pero era porque solo le decíamos “Papucho”, de cariño, recordó Walter, uno de sus más cercanos amigos.
“Mario era un hijo abnegado con su madre y con sus hijos no digamos”, relató Juan, amigo desde la infancia del extinto dirigente político.
Él era un ejemplo de superación, quería mucho a su partido, lo amaba, pero siempre fue muy respetuoso con las demás personas, aunque no fueran nacionalistas, reconoció Juan.
Como suele suceder en los velatorios, se van formando los grupos de personas y cada quien recuerda al fallecido por sus vivencias en común.
Recuerdo que “sacó un curso de soldadura en Infop y se graduó, trabajó como soldador por mucho tiempo, pero llegó un momento en que se quedó sin trabajo”, comentaron los amigos. “Al quedar sin trabajo un día se compró una máquina para exprimir naranjas y se puso a vender jugo de naranja, para salir adelante”, narró Walter.
Sin embargo, el dolor por la irreparable pérdida no hace a sus amigos olvidar la realidad.
Otros aseguraron que están consternados y con temor por la situación que rodea el crimen en contra de González. A él le hallaron un rótulo que decía: “Esto le va a pasar a los que trabajan en política por JOH”.
Los detenidos
Por este crimen fueron detenidos 11 supuestos pandilleros que, según los cuerpos de investigación del Estado, entre los capturados, hay quienes tuvieron participación intelectual y material.
En la continuación del proceso legal contra los once supuestos implicados en el crimen, seis de ellos fueron llevados a audiencia de declaración la tarde de este miércoles pero, según informó una fuente a EL HERALDO, ninguno de ellos llevaba acreditado el delito de asesinato.
Hasta el cierre de esta edición se desconocía el resultado de dicha audiencia debido a que no había concluido.
Los cinco detenidos restantes no fueron presentados a los tribunales de justicia por lo cual las autoridades que ejecutaron su captura solicitaron una ampliación del término de tiempo de 24 horas al Ministerio Público.
Algunos políticos llegaron
Los políticos y altos jerarcas del Partido Nacional también se hicieron presentes a la despedida del incansable luchador cachureco.
Uno de ellos fue Oswaldo Ramos Soto, “obviamente es un acto brutal, asesinar a una persona en presencia de su esposa embarazada y de sus hijos, es una situación que debe llamar la atención del pueblo hondureño”.
Ramos Soto condenó el suceso porque “se trata de un ser humano, no únicamente porque él era un activista del Partido Nacional sino por el hecho en sí, que es incompatible con lo que debe ser una democracia”, señaló.
Ojalá que el martirologio (víctimas por una causa) de “Papucho” nos llame a la reflexión a todos los hondureños sin distingo de partidos, dijo el diputado.
El designado presidencial Ricardo Álvarez también asistió al último adiós y reconoció en Mario González “la larga trayectoria trabajando por el partido, con mucha entrega y corazón, es un fuerte golpe para su familia sentimental y su familia en el Partido Nacional”.
“Es evidente de que hay sectores del crimen organizado y común que hay intereses de que esto no continúe”, aseveró Álvarez, al referirse a las políticas de seguridad del actual gobierno.
Episodios de tristeza
“Para mi papá bello y para Dios”, reza uno de los mensajes que su hija de siete años escribió para despedirse de su padre en un pedazo de cartulina amarilla que colocaron sobre el féretro.
El ataúd de fino acabado fue cubierto con la bandera de la estrella solitaria, bandera que representa al que era el partido de sus amores.
“Él luchó hasta el día de su muerte por su partido; el domingo, día de la última concentración, él organizó a la gente para que fueran a ese evento, tal vez eso le costó la vida”, recordó un amigo de Mario.