'La China', como le dicen cariñosamente sus compañeros de trabajo, aprendió a manejar desde muy pequeña porque sus padres eran dueños de taxis. Aunque se graduó como secretaria comercial en el Instituto Gregg Hondureño a Marlen Suyapa solo le despertaban emociones los vehículos. De ahí que su vida entera haya transcurrido frente al volante.
Su carrera como transportista, que no es nada sencilla porque implica levantarse cada día a las 3:00 de la mañana y regresar a casa cuando el Sol ya se ocultó, ha sido siempre la fuente de sus ingresos. Trabajó en el punto de taxis Kennedy-Centro y luego se volvió una experta con licencia pesada: los buses amarillos también forman parte de su repertorio.
A pesar de los insultos, tratos pesados y críticas a los que se enfrentan los conductores de buses, a Marlen Suyapa nadie le falta el respeto. Asegura que en toda su trayectoria jamás se ha sentido humillada o menos que el resto de sus compañeros. 'Siempre me han respetado. No me gustan las bromas, soy una persona seria y cuando he estado enferma mis compañeros me han apoyado bastante', confesó.
Para desempeñar sus labores a la perfección no se conforma con subirse a la unidad de transporte y presionar el acelerador. Desde la primera vez que tomó el volante de un bus tiene una especie de 'sagrado ritual': revisa con ahínco los niveles de aceite, la presión de las llantas, el agua y el líquido de frenos. Su turno empieza una vez que comprueba el estado óptimo del vehículo; el final de su día a día acaba al completar unas seis vueltas por la capital.
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En el bus rapidito 976 también tiene protagonismo el hijo mayor de doña Marlen Suyapa. Él es el encargado de preguntar -¿A dónde va tita?, -Súbale a la UNAH, -Vámonos, pue..., -La pasada ahí mami. Y su labor no solo se basa en repetir constantemente estas frases, su tarea principal es cobrar el pasaje a los usuarios. Su madre jamás ha tenido a otro cobrador que no sea él.
Esquivo a las cámaras de EL HERALDO el primogénito de 'La China' aseguró que no le gusta que lo graben, sin embargo, durante los 45 minutos que recorrimos junto a ellos, fue evidente que madre e hijo se entienden a la perfección. Ni siquiera hablan mucho, simplemente con miradas y gestos cumplen su función: él atrae pasajeros y ella los transporta hasta su destino.
Los pasajeros encuestados por EL HERALDO dijeron que no es muy fácil notar que una mujer va dirigiendo la unidad 976. Su cabello corto y ropa propia del rubro para el que labora -jeans y camiseta- la hacen parecer un motorista más, sin embargo, todos coincidieron que el trayecto no fue tan abrupto como en otras ocasiones porque 'ella maneja con serenidad'.
Sobre las limitantes para que una fémina sea 'busera', 'La China' opina que no hay ninguna. 'Manejar es fácil y no es imposible que una mujer esté en el rubro transporte. A veces el machismo quita oportunidades, pero uno tiene que seguir sus sueños. Yo seguí la trayectoria de mis papás porque siempre me gustó manejar y aquí estaré hasta que Dios me lo permita', dijo.
El inusual trabajo de doña Marlen Suyapa, si lo comparamos con la escasez de mujeres con licencia pesada en Honduras, le permitió graduar a sus hijos de educación media y actualmente apoya económicamente a su nieta, 'la motivación para seguir adelante', según sus propias palabras.
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Madre abnegada; abuela cariñosa
Cualquiera pensaría que por el semblante serio de Marlen Suyapa es bastante complicado verla esbozar una sonrisa, sin embargo, al hablar con ella se van evidenciando, poco a poco, chispazos de su dulzura, fragilidad y afecto. En el tablero del bus rapidito se roban el protagonismo una pequeña cobija azul, un pepe y una pañalera: todo pertenece a su nieta Annie, una bebé que la acompaña de vez en cuando en sus recorridos.
Sobre la docilidad de 'La China', Paola Marlene Bonilla, su hija, da crédito. 'Aunque se ve de carácter fuerte, cuando uno la trata ve su lado amoroso. Como madre es la más cariñosa. A mi siempre me ve como su bebé, incluso me dice qué hace mi peluda, mi Paolita', narra.
¡Ah, y de popularidad no se salva!.. 'La China' es la 'busera' más reconocida en la capital. Varios compañeros y amigos de labores dijeron que ella les da cátedra de cómo conducir. Y no es para menos, más de 40 años de experiencia la respaldan.
La historia de doña Marlen Suyapa nos dejó una enseñanza: no importa qué tan ruda e imposible de alcanzar parezca una meta, al final siempre prevalece la perseverancia y por qué no... los dotes que nos hacen únicos e irrepetibles.