De 36 años, oriundo de la aldea Carpintero, Rivera, que solo tuvo la oportunidad de cursar hasta segundo de ciclo común por razones económicas, se ha convertido en un protector de perros.
De carácter compasivo, desde que era un adolescente de 17 años no podía ver que un animalito de la calle pasara hambre, frío o que por alguna circunstancia sufriera un accidente, porque de inmediato le ofrecía su ayuda.
En la actualidad, vive en compañía de 19 perros a quienes cuida y protege, hasta que están en condiciones de entregarlos en adopción, a personas que sientan pasión por cuidarlos.
Agradecimiento
Si Negra, Paloma, Yax, Chaco, Bruno, Lassy, Jack, Laika, Marcelito y otros que tiene en su propiedad tuvieran el don de hablar, no dudarían en expresar lo agradecidos que están con su noble amo.
Pero solo pueden hacerlo a través de sus movimientos de colas, saltos juguetones y algunas gracias como halarlo del pantalón o tirársele encima cuando lo ven llegar o los llama.
Los lamidos y ladridos no pueden faltar para su cuidador voluntario.
“Los animalitos son criaturas de Dios y hay que tener corazón para cuidarlos y protegerlos y velar para que no los maltraten. En la capital hay muchos perros que necesitan ayuda”, declaró el protector de animales.
Desde hace tres meses Amílcar se hizo miembro de la Asociación de Rescatistas Independientes (ARI), fundación sin fines de lucro que se encarga de la protección de mascotas desamparadas, y por ello la casa donde habita es un refugio.
Él se encarga del cuidado de cada uno, los alimenta, les cura sus enfermedades, les busca asistencia y sobre todo les brinda amor. Por toda esa entrega incondicional es un orgullo de la aldea Carpintero.
