Tegucigalpa, Honduras
Unas manos jóvenes empujan la silla de ruedas donde se desplaza una mujer de 93 años, quien se encamina a conocer la historia del Hombre de la Sábana.
Doña Alicia de Martorell es el nombre de la anciana que llegó a la Basílica Menor de Suyapa en busca de nutrir su espíritu a través de la fe.
“Con lo expuesto en esta actividad, podré compartir el mensaje de vida que Jesucristo nos dejó”, comentó Martorell.
El recorrido que hará por la muestra es de unos 20 minutos y a través de él, por medio de gráficos y la exposición de la réplica de la Sábana que permanece en Turín, obtendrá respuestas sobre ¿Quién es el Hombre de la Sábana?
En la exposición, a través videos, los visitantes como Martorell logran comprender la base científica que respalda la veracidad del Sudario de Turín.
La misión de guiar y responder las preguntas de los devotos que acuden a conocer el lienzo sagrado está a cargo de unos 25 voluntarios.
Este personal fue capacitado durante dos meses para orientar y atender las interrogantes que plantean los fieles católicos.
“Es una oportunidad para comprender la historia desde el punto de vista científico, para comprender las evidencias que coinciden con los santos evangelios”, comentó el cardenal Óscar Ándres Rodríguez al presentarse en la Basílica en las últimas horas.
El sacerdote expresó que el desarrollo de esta actividad es “un gran regalo para Honduras”.
Con la exposición que se presenta hasta el 27 de agosto, los ciudadanos podrán confirmar que Jesucristo no es un personaje del pasado y mucho menos una leyenda.
“Jesucristo es alguien vivo en medio de nosotros, quien no sepa quién es el hombre de la Sábana es porque está ciego o porque está cerrado”, comentó Rodríguez.
Recorrido de fe
La experiencia de conocer la réplica exacta de la Sábana Sagrada comienza con la presentación de un video que se realiza dentro de la capilla de las velas en el que se ofrece un panorama inicial sobre el lienzo y sus marcas.
Al ingresar al templo católico los voluntarios guían a las personas para conocer la historia del lienzo que cubrió el cuerpo de Jesucristo.
A este le sigue una exposición que muestra evidencias científicas de que este lienzo cubrió el cuerpo de un hombre que fue severamente azotado.
El sufrimiento que experimentó se refleja en la sangre que se marcó a la altura del rostro.
También se observan marcas de heridas de espinas y las señales de los azotes que experimentó.
El recorrido sigue con el gozo de apreciar el tejido sagrado y finaliza con la apreciación de otras réplicas de la historia del cristianismo como algunos clavos.