Tegucigalpa

Depresión, el principal problema de salud mental en los capitalinos

En el Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza el número de atenciones se mantiene constante desde hace cinco años, casi medio millón de consultas se han realizado durante ese tiempo

18.10.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La mirada distante de sus ojos color sol se perdía entre un soplo de confusión, el humo de su cigarrillo salía lentamente por sus labios, una batalla interna para evitar la mutua destrucción se gestaba dentro de su cabeza. Mientras permanecía casi inmóvil, reposaba en el parque del Hospital Psiquiátrico Mario Mendoza.

Melisa” (seudónimo), de 19 años y estudiante de Medicina, resiste los embates provocados por la ansiedad, distimia (depresión crónica) y el trastorno límite de la personalidad sentada en una banca, ella es parte de la casi incuantificable cifra de personas con enfermedades mentales que necesitan atención especializada en el Distrito Central.

Según Miguel Aguilar, subdirector del Hospital, el centro proporciona entre 200 a 300 atenciones a diario y de enero hasta septiembre ya brindaron 41,288 consultas.

“En Honduras y el mundo, del 100 por ciento de personas que tienen problemas de salud mental solo el 1 por ciento acude a consultas con psiquiatras mientras que un 12 por ciento recibe atención de médicos generales”, detalló.

Con el número de atenciones se revelan estimaciones escalofriantes, es decir, si todas las personas que requieren ayuda fueran atendidas por un experto, el hospital que trabaja durante las 24 horas, los siete días de la semana, con 24 especialistas y 72 enfermeras, quedaría atiborrado. En consecuencia, la farmacia y su 85 por ciento de abastecimiento resultaría insuficiente.

Aunque los padecimientos mentales pueden generar graves consecuencias, la desinformación y el miedo a ser tildados de “locos” evita que las personas busquen ayuda en el Mario Mendoza.

Depresión

Respirar durante tres décadas para muchos es un cambio positivo; para otros es el inicio de un viacrucis. Eva Flores alcanzó las 38 primaveras, sin embargo, la depresión la atrapó hace ocho años; la muerte de sus hijos gemelos se convirtió en una pesadilla eterna.

Su asistencia al hospital es casi devota, la fluoxetina y el clonazepam forman parte de su dieta. Con una sonrisa fingida expresa que ha planeado abandonar sus citas, pero tiene miedo a una recaída, en su último agravo el suicidio pasó por su mente.

En una parte alejada, un joven atormentado sacude sudor y sangre de sus manos, con un semblante de arrepentimiento el paciente, que solicitó permanecer anónimo, reveló que las dificultades en su vida lo llevaron a tomar “malas decisiones”, el abuso del alcohol lo mantiene golpeando con sus puños las paredes. Ahora está al filo de la demencia...

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