TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En medio del fervor religioso, entre risas y colores, don Hipólito se erige como un testimonio de fe inquebrantable y milagros concedidos por la Virgen de Suyapa.
Sentado bajo una sombra, este hombre de 60 años comparte su conexión celestial con la Patrona de Honduras.
“Hace seis años, fui apuñalado”, reveló el sexagenario con serenidad, como quien ya superó el pasado.
En ese momento crítico, hizo una promesa sincera a la Virgen y a Dios: sanarse para poder cuidar a sus hijos. Este pacto marcó el inicio de una peregrinación anual a los pies de la Madre de todos los hondureños.
“Siempre venimos a la feria, primero por descansar después de trabajar tanto tiempo, pero también para agradecer y cumplir promesas”, compartió con una sonrisa con la dicha de recuperación.
El rostro de don Hipólito se iluminó al recordar a su padre, quien fue su fiel compañero en esta tradición sagrada. “Mi papá falleció hace 15 días. Siempre veníamos juntos”, dijo con un brillo de nostalgia. Ahora viene junto a su esposa e hijos.