Tegucigalpa, Honduras
Conducir una unidad del transporte público se ha convertido en uno de los oficios más peligrosos en la capital.
El principal problema para los trabajadores del volante es el cobro del mal llamado impuesto de guerra y a los asaltos.
Y es que según los conductores y los dirigentes de este rubro la extorsión no ha disminuido en la ciudad, pese a la cantidad de detenciones que han realizado las autoridades policiales.
“Este es un problema que sigue igual, esto no ha cambiado en nada”, expresó Jorge Lanza, dirigente del transporte en la ciudad.
Son varias bandas criminales las que extorsionan cada ruta, de acuerdo con los afectados.
La cuota semanal que les exigen como pago, basado en intimidaciones, es de 700 a 1,500 lempiras por unidad.
“Si los conductores no pagan son asesinados, nosotros estamos con un grave problema que nos está agobiando hace muchos años”, agregó Lanza.
Se calcula que el rubro del transporte al mes entrega de forma obligada 21 millones de lempiras, producto de la extorsión.
Inseguridad
“Nosotros estamos cansados de pedirle seguridad a las autoridades del Gobierno, el único que hace algo es la Fuerza Nacional Antiextorsión, pero solo capturan a las personas que van a traer el dinero”, recalcó Lanza.
Son 1,400 conductores de buses y los 7,300 que manejan los taxis los que se exponen a este flagelo desde las primeras horas del día en las calles de las ciudades gemelas.
“No ha disminuido la extorsión, siempre seguimos pagando. Además, los asaltos son cada vez más frecuentes, ya que las autoridades han descuidado la seguridad en el transporte público”, expresó un conductor de taxis que no dio su nombre por temor.