Tegucigalpa, Honduras
Por cobija unos periódicos, por cama unos cartones viejos, y en otros casos solo parte de colchones o retazos de tela. Así transcurren la noche, bajo el potente frío que se ha reportado en la capital, empujados además por los fuertes vientos. Duermen en aceras, plazas y rincones de tiendas que apenas les cubren sus cuerpos.
Niños y adultos viven este misma situación en el centro de Tegucigalpa. Para ellos se realizó una entrega de colchas calientes, ya que mientras el gobierno local resuelve la posibilidad de habilitar albergues durante esta temporada, nosotros brindamos nuestro aporte.
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Abrigo inesperado
Gracias a la llama de la fraternidad que alimenta el cálido corazón de los capitalinos solidarios, una veintena de hermanos capitalinos recibieron una frazada para resguardarse del álgido clima.
Son las 8:00 PM y la sensación de frío comienza de nuevo a ser percibida en la capital, una voz marca la iniciativa de ir a repartir las cobijas a pesar de haber concluido la jornada, el resto de periodistas se suman a la inolvidable noche.
El equipo humano de la sección Metro de El HERALDO tomó rumbo hacia el centro de la capital, pues en esta zona se han identificado una gran cantidad de personas que emplean como cama una pieza de cartón bajo un techo de estrellas. Las cobijas fueron donadas por una benefactora anónima que siempre confía en hacer el bien a través de EL HERALDO.
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Primeros beneficiados
En el barrio El Centro nos encontramos con un par de hombres, quienes se encontraban buscando en la basura de otros algo útil para ellos.
De inmediato nos bajamos a entregarles una cobija a cada uno. “Gracias, yo vivo en la calle desde mi niñez y aquí sigo a mis 34 años, les agradezco que se acordaran de nosotros”, expresó complacido uno de los hombres.
Más adelante, cerca de la cuesta Lempira, varios jóvenes menores ya se encontraban pernoctando y otros contemplando la soledad de las calles adormecidos por el aroma a resistol. La alegría inundó su mirada al recibir la sorpresa de nuestra cometida.
“Llévenles a los de la otra esquina, ellos también tienen frío”, nos comentó uno de los muchachos.
Unas cuadras más arriba repetimos esta acción. Al estacionar el vehículo un grito de jubilo se escuchó: “¡Cobijas!”. Y de repente varios niños corrieron hacia nosotros para solicitar una frazada. “Qué frío tenía, están bien calientitas, compartiré esta con mi hermano”, dijo uno de los menores. Una jornada que permitió brindar abrigo a los capitalinos y practicar el valor de la solidaridad.
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