CHOLUTECA, HONDURAS.- Con sus corazoncitos llenos de emoción y sentados en bancas y sillas, así es como cientos de niños esperaban con muchas ansias al equipo de EL HERALDO en la Escuela José Cecilio del Valle, ubicada en la comunidad Esquimay Abajo, Pespire, Choluteca.
La deteriorada y polvorienta calle -más parece un desierto- que conduce hacia este caluroso caserío, solamente refleja el olvido en el que están los pobladores del sector por parte de las autoridades hondureñas.
Debido a la lamentable realidad, el extraño presentimiento de “¡Nunca vamos a llegar!” comenzó a invadir el interior del vehículo, sin embargo, el anhelo de compartir con quienes más lo necesitan nuevamente se apoderó de los reporteros de este rotativo, quienes en horas de la madrugada emprendieron marcha hacia la zona sur junto a La Maratón del Saber.
Un día antes, Rina Ethel Borjas Sierra, directora del centro educativo, a través de una llamada telefónica detalló la dirección para poder llegar a nuestro destino; una vez que lo logramos, salió a recibirnos para darnos la bienvenida con mucha alegría y humildad.
Loable labor
La misión era sencilla, pero hermosa: entregar útiles escolares a más de 400 alumnos de nueve templos del saber, de seis inhóspitas comunidades, quienes en su mayoría no contaban con un cuaderno para iniciar con pie derecho el año escolar por el simple hecho de que sus padres no tenían los recursos económicos para llevar a cabo la importante inversión.
Dibujando sonrisas
Los pequeñines de las escuelas José Cecilio del Valle, Los Limones, Olman Daniel Núñez, La Fraternidad, Elsa Dorotea Cruz Avilés, Juan Lindo, kínder Cándida Castro, Centro Básico Lempira y Centro Comunitario de Educación Prebásica (Ccepreb) Luis Landa ahora están equipados con útiles escolares.
En las dos estaciones que realizó La Maratón del Saber se encontró a niños con enormes deseos de superación.
A nuestro arribo, automáticamente se formaron en dos filas -varones y niñas- para adquirir los kits escolares, que marcaron una gigantesca e imborrable sonrisa en cada uno de los inocentes rostros.
“Le damos gracias a Dios por esta ayuda para los niños pobres y a EL HERALDO, que siempre nos ha apoyado. A veces los padres de familia si tienen para comprar una cosa no tienen para la otra”, expresó la profesora Borjas Sierra.
Memorables gestos
Al depositar los útiles escolares en las manos de los infantes, quienes sueñan en convertirse en los mejores maestros, enfermeras y doctores de la zona sur del país, se producía una emoción inexplicable.
Muchos de los estudiantes recibieron el donativo con una sonrisa que se complementaba con un “¡muchas gracias!”.
Otros rápidamente fueron invadidos por la curiosidad de saber qué dibujos animados tenían las carátulas de los cuadernos de los demás compañeritos, “mirá, a mí me salió este dibujo, enseñá los tuyos”, se decían susurrando.
Sin embargo, otros mostraron un semblante un poco doloroso que habla sin hablar -y que probablemente en ese momento querían agradecer mucho- pues sus profundas miradas gritan en silencio una nostalgia que les inunda por vivir olvidados.
Al culminar la jornada de solidaridad, los chiquitines salieron en grupos para tomar el transporte que los llevara hasta sus casas, pues las otras escuelas se movilizaron hasta Esquimay Arriba y Esquimay Abajo por las malas condiciones de sus carreteras.
Los niños de la zona sur creen en el cambio y desde sus salones lo promueven.