TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“Libros!, ¡libros! He aquí una palabra mágica que equivale a decir: amor, amor”, exclamó en su discurso Federico García Lorca cuando inauguraba una biblioteca en su pueblo.
Y es que el amor por la lectura es lo que mantiene vivas las bibliotecas y librerías. Gracias a las personas que mantienen este buen hábito, las librerías pueden, aún, exhibir orgullosamente la cuna del invento más trascendental que sacó al ser humano de las cavernas: la escritura.
Sin embargo, no es tan fácil mantener una venta de libros en una sociedad donde el arte de la lectura no es apetecido, pues, según el Icefi, más de la mitad de los hondureños (57%) nunca han leído ni comprado un libro, una de las principales causas que ha llevado a varios puestos a cerrar.
Empero, varias librerías han resistido los tiempos difíciles y agonizantes de la cultura. Esto, a través de la reinvención de ventas de libros en diferentes plataformas digitales.
Con relación a este tema, Venus Rivera, administradora de librería Guaymuras, expresó que gracias a la opción de estar en las diferentes redes sociales han logrado sobrevivir. “Hemos ido innovando, nuestros clientes se han interesado por los productos”.
Rivera manifestó que, en tiempos difíciles como la pandemia, el auxilio para resistirse a no morir fue la venta a domicilio “a través del celular logramos la mayoría de ventas, pues los pedidos se hacen por ese medio”.
Por su parte, Ruth Medina, quien se encarga de atender los clientes de la librería San Pablo, coincidió en que uno de los principales motivos de la vigencia del local es por la visión a futuro de estar a través de los medios virtuales. “San Pablo siempre ha tenido los medios virtuales, pues le apostó a lo digital, a lo nuevo”.
Murieron
Por otra parte, Elmer Fernández, coordinador de la Maestría en Literatura Centroamericana de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), expresó que hay diferente factores por los que varias librerías se han borrado del recuerdo de Tegucigalpa.
“La situación económica, los libros son muy caros, el incentivo a la lectura, leemos poco en primaria y en media, al igual en la universidad”, enumeró el académico.
No obstante, reconoció que hay jóvenes que están publicando, “no tantos, pero hay algo”, indicó.
Varias librerías logran sobrevivir al agite del tiempo como, por ejemplo, la Librería Navarro que desde 1936 mantiene tesoros escritos a la venta, siendo la más antigua de la capital.
Mientras que otras han dejado de existir sin pena ni gloria, como la Librería Cervantes y la Soto.
Los jóvenes
Según lo expresado por diferentes librerías, más del 60% del lector hondureño es joven y se inclina por leer poesía y literatura clásica. Otros leen libros de autoayuda, historia, biografía y antropología.
La mayoría de estos clientes prefieren los libros a domicilio, pues hay diversos factores como el tráfico, el clima y otros inconvenientes que se evitan.
Por otra parte, según datos de la Alcaldía Municipal del Distrito Central, para 2018 hubo 60 permisos de operación emitidos para librerías, mientras que para el 2022 las solicitudes bajaron a 52, es decir, ocho solicitudes menos en comparación con 2018.