Tegucigalpa, Honduras.- Los nuevos aires de libertad que durante tres siglos los pueblos soñaron quedaron plasmados en los pliegos del Acta de Independencia que con réplicas llegaron a diversas comunidades importantes de la época.
El ave negra que generaba opresión desaparecía entre el Atlántico, devolviendo a los habitantes un sorbo de libertad e independencia. Es por ello que la llegada de los pliegos de independencia es una fecha crucial en la historia de Honduras.
No obstante, el relato histórico se enfoca únicamente en la llegada de estos documentos a Comayagua y Tegucigalpa, obviando otros lugares importantes donde también se recibieron los escritos que proclamaban la libertad.
El estudioso de la historia de Honduras, Daniel Vásquez, explica que en pueblos como Texiguat, Danlí, Juticalpa, Trujillo, Santa Rosa de Copán, Gracias y la Fortaleza de San Fernando de Omoa también se leyó el Acta de Independencia.
“Dentro del Acta de Independencia se ordenó que se llevaran los pliegos a todas las regiones del Antiguo Reino de Guatemala, entonces se mandaron una gran cantidad de pliegos a diferentes lugares”, detalló el experto.
Por lo general, en los pueblos donde llegaban los pliegos, se leía el acta y luego se procedía a la juramentación ante las autoridades o a la constitución del nuevo Estado.
En el caso de Texiguat, “leyeron el acta, le explicaron a la gente en qué consistía, y el padre Márquez celebró una misa de acción de gracias”, recordó el historiador.
Después de la llegada de los pliegos, en el caso de Comayagua, se comenzó a utilizar el término ciudadano y se eliminaron palabras como pardo y mulato, concluyó Vásquez