Cada año, antes del 24 de diciembre, los tradicionales monigotes son colocados sobre piedras o en las esquinas y al costado están sus autores, quienes en una lata o caja piden dinero para comprar los cohetes y si ajusta un fresco y un churro.
Cuando el reloj toca las 12 de la madrugada cada 1 de enero verlos arder es el mejor espectáculo en los barrios o colonias.
Algunas personas los colocan en un poste viejo en medio de las calles y los encienden con gasolina para que quemen el papel más rápido y así los cohetes tomen fuego; segundos más tarde se escucha una fuerte ráfaga de explosivos.
La gente sale de sus casas y mientras se dan el abrazo de Año Nuevo observan a los monigotes arder. En Tegucigalpa se mira un espectáculo de pólvora y fuegos artificiales que sobresalen en el cielo.
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Así es un Año Nuevo en la capital y en toda Honduras.
Pero, ¿qué hay detrás de quienes desde esta fecha están pidiendo dinero para que su 'año viejo' sea el mejor de todos?
Como no podemos obviar esta tradición EL HERALDO decidió visitar algunos sitios donde ya se observan monigotes.
El primer lugar que se visitó fue en la carretera que conduce al sur de Honduras, cerca de los famosos talleres de muebles.
Afuera de una humilde vivienda, que al parecer sus dueños se dedican a la recolección de botellas, están dos años viejos colocados en las gradas de la puerta de la casa.
Con sus ropas casi remendadas, una peluca y una pelota como cabeza, daban señal de que pronto se iría el 2018 y que luego comenzará un nuevo año lleno de esperanza.
Lastimosamente los dueños no se encontraban en el lugar, así que nos fuimos al otro lado de la ciudad para buscar más monigotes.
Íbamos pasando por una de las calles del Guanacaste cuando observamos dos pequeños 'años viejos' sobre una acera.
Los 'años viejos' tenían una mascarilla en su cara y al costado se encontraba José Manuel Girón, un hondureño que se dedica a hacer monigotes desde los 15 años.
Según Girón, lleva 20 años haciendo estos muñecos 'para que los cipotes miren como disfrutábamos nosotros'.
El hondureño contó que siempre se ubica en el mismo lugar para pedir dinero y comprar los cohetes y que cuando llega la fecha de quemarlo lo acompañan sus amigos, familiares, vecinos y uno que otro curioso que va pasando.
'A Donald Trump lo puse por los inmigrante, porque no los quiere y los atacó', explicó Julio Cesar, mientras mostraba uno de los monigotes.
El hondureño dijo que la gente les facilita dinero dependiendo del rostro que le pongan al muñeco y que algunos se molestan porque recrean a políticos o funcionario público.
Detalló que su padre era quien hacía los 'años viejos', pero que ahora él es el encargado de seguir con la tradición.
Sin duda que la creación de estos muñecos es parte de la tradición que rodea a los capitalinos.
Para los hondureños quemar un 'año viejo' significa dejar atrás todo lo que ocurrió en ese período y que el siguiente pueda ser mucho mejor.