Tierra Adentro

La belleza exótica de trujillo

La ciudad que se yergue altiva rodeada por los cerros Capiro y Calentura, que se baña en las aguas de Guaimoreto, hoy es destino de cruceros

FOTOGALERÍA
09.06.2015

A los pies de los prominentes cerros de Capiro y Calentura, que son parte de la extensa sierra Nombre de Dios, se localiza Trujillo. Su nombre nos remite al viejo apellido de tradición española. Es Trujillo una de las primeras fundaciones que se llevaron a cabo en 1525.

Su casco urbano actual está emplazado sobre un terreno irregular; sin embargo, conserva una serie de elementos arquitectónicos que reflejan en parte los gustos de los distintos grupos de colonos que llegaron a lo largo de los siglos.

La conformación poblacional es mestiza, aunque una importante población garífuna se aglutina en el barrio Cristales, que se ha convertido en el epicentro de una serie de manifestaciones culturales.

Bajo la protección de Punta Castilla, el sitio donde Colón pisó tierra firme y celebró la primera misa en el continente en 1502, la bahía es un remanso de aguas calmas y profundas con las condiciones favorables para embarcaderos. Desde 2014, grandes compañías de cruceros han incluido a Trujillo como un puerto de llegada.

Foto: El Heraldo

El arrecife de coral Cayo Blanco, ubicado frente a las costas del municipio de Santa Fe.

Guaimoreto

A las playas de arena blanca, en cuyo fondo marino el visitante encuentra bancos de estrellas de mar y el arrecife de coral Cayo Blanco, la opción perfecta para hacer snorkeling, se suman reservas naturales como Guaimoreto, una laguna albufera de una belleza escénica impresionante, engalanada con la variedad de aves nativas y migratorias, es otra de las ofertas del municipio, y ha sido certificada como una de las 30 maravillas de Honduras.

Esta belleza natural tiene una extensión de 7,400 hectáreas, de las que 3,400 conforman el espejo de agua y el resto un conjunto de bosques de manglar. En este refugio se encuentra una variedad de fauna y flora.

Bajo la protección de Punta Castilla, la bahía era un remanso de aguas calmas y profundas.