TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Ese niño es raro, no hace caso y es un malcriado”, estas son las palabras que muchas madres o padres de niños con autismo escuchan a diario sobre su hijo, sin saber en algunas ocasiones lo que esa familia podría estar enfrentando.
¿Qué es el autismo? Esta es la pregunta que se hacen muchos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autismo es un trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social, caracterizado por patrones de comportamiento restringidos, repetitivos y estereotipados.
Los trastornos del espectro autista, también conocidos como TEA, son discapacidades del desarrollo causadas por diferencias en el cerebro.
Según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), “las personas con TEA con frecuencia tienen problemas con la comunicación y la interacción sociales, y conductas o intereses restrictivos o repetitivos”.
El autismo puede detectarse casi siempre en la primera infancia, pero, a menudo, no se diagnostica hasta mucho más tarde.
A criterio de Gabriela Euceda, presidenta de la Asociación Hondureña de Apoyo al Autista (Apo-autis), “detección temprana es crucial para iniciar con el proceso terapéutico, si no se da pie con la estimulación en las áreas cruciales, la detección temprana es en vano”.
Euceda explicó a EL HERALDO que siempre es importante poner en primer lugar las necesidades de cada niño y aún más cuando hay sospechas de que el menor es autista.
Señales de alerta para la detección temprana del autismo
Sobre las señales que nos dan una pauta de lo que algo está pasando con nuestros hijos, la presidenta de Apo-autis detalló que “no tener contacto visual y la sensibilidad a los sonidos y texturas”, son unas de las primeras en aparecer.
“No expresarse y no socializar, presentan problemas de lenguaje, apego con algunos juguetes u objetos, no responden por su nombre, no aceptan expresiones de afecto tales como abrazos, se desesperan con las multitudes de personas y más cuando son espacios totalmente nuevos”, también son actitudes a las que debemos siempre estar atentos.
El CDC de Estados Unidos también destaca entre estas señales o síntomas de autismo a que los menores de 9 meses de edad muchas veces no muestran expresiones faciales como de felicidad, tristeza, enojo y sorpresa.
“Usan pocos o ningún gesto, hacia los 12 meses de edad (por ejemplo, no decir adiós con la mano), no compartir intereses con otras personas, hacia los 15 meses de edad, no notar cuando otras personas están lastimadas o molestas, hacia los 24 meses de edad, no notar a otros niños ni jugar con ellos, hacia los 36 meses de edad”, enlista la CDC.
Además, estos menores o en ocasiones personas mayores también pueden presentar -dependiendo del grado del TEA- un retraso en el lenguaje, en las destrezas de movimiento y cognitivas o de aprendizaje.
También pueden tener una conducta hiperactiva, impulsiva o distraída. Algunos casos pueden presentar enfermedades como epilepsia o trastornos convulsivos.
Algunos menores pueden llegar a presentar hábitos inusuales con su alimentación y hasta del sueño, problemas gastrointestinales como el estreñimiento, ansiedad, estrés o preocupación excesiva y en algunas ocasiones las personas no tienen miedo o temen más de lo normal.
Tipos de autismo
Aunque hay muchas teorías sobre cómo está dividido el autismo, existen dos grupos que son importantes y debes conocer.
En el primero hay cinco divisiones:
1. Síndrome de Asperger
A diferencia de otros TEA, las personas con síndrome de Asperger no muestran generalmente un retraso significativo en el desarrollo del lenguaje o en la inteligencia.
2. Síndrome de Rett
En este caso afecta principalmente a niñas y se caracteriza por una regresión en el desarrollo después de un período inicial de crecimiento normal. Aquí presentan una pérdida de habilidades motoras y sociales.
3. Trastorno desintegrativo infantil
En esta categoría, los menores tuvieron un desarrollo normal durante los primeros años de vida, pero luego experimentan una pérdida significativa de habilidades en áreas como el lenguaje, la socialización y el juego.
4. Síndrome de Kanner
Este término fue utilizado para describir los casos más severos de autismo, aquí las personas tienen retrasos significativos en el desarrollo del lenguaje y la interacción social, así como comportamientos repetitivos y estereotipados.
5. Trastorno generalizado del desarrollo no especificado
En esta categoría se utiliza para aquellos casos en los que los síntomas del TEA no cumplen completamente con los criterios para otros subtipos específicos.
En el segundo grupo los expertos lo agrupan en tres niveles:
Nivel 1: autismo leve
Este es también llamado “autismo de alto funcionamiento”, aquí la persona necesita ayuda moderada para navegar adecuadamente en situaciones sociales, detectar e interpretar correctamente las señales del lenguaje no verbal, así como adquirir nuevas habilidades y conocimientos que no estén dentro de sus áreas de interés inmediato.
Nivel 2: autismo moderado
En este caso, llega a necesitar terapias del lenguaje y apoyo profesional frecuente.
Nivel 3: autismo severo
Aquí necesita una persona al pendiente la mayoría del tiempo y requiere de ayuda profesional para ir adquiriendo poco a poco algunas habilidades que le permitan ser un poco más independiente.
Adicionalmente, los distintos grados de autismo pueden venir acompañados o no de discapacidad intelectual, trastornos del lenguaje o de conducta, alteraciones sensoriales y problemas alimenticios y del sueño.
La lucha con el autismo; la diferencia que hace la detección temprana
La presidenta de Apo-autis Honduras, Gabriela Euceda, recuerda el día que cambió su vida por completo. “Mi sobrino, David, fue diagnosticado a los 2 años y medio, con un autismo grado 3”.
“Tiene la comorbilidad que presenta discapacidad intelectual y epilepsia, pero gracias a la oportuna intervención y una detección temprana y el recibir diferentes terapias podemos compartir que le ha permitido tener una calidad de vida, en donde buscamos que sea independiente, que socialice y rompa las barreras que muchas veces como sociedad les colocamos”, detalló Euceda sobre la lucha que ha tenido su familia por muchos años.
David, quien también padece convulsiones, realiza varias terapias, entre ellas con animales, de cocina y de lenguaje, ya que debido al grado de autismo que padece tiene problemas con la comunicación e interacción.
Según relató Euceda, su sobrino recibe terapia psicológica, terapia ocupacional, equinoterapia (con caballos), delfinoterapia (con delfines) y hoy terapia de cocina, las cuales lo han ayudado mucho a salir adelante y ser más independiente.
“Un consejo para aquellas familias que sospechan que alguien de su familia pueda encontrarse dentro del TEA busquen de los apoyos, un diagnóstico temprano cambia radicalmente todo para beneficio de la personas diagnosticada como de su familia”, aconseja Euceda, no solo como la presidenta de la organización que ayuda a estos menores, sino también como la tía de un menor que sufre con el autismo.
En Honduras existen algunas organizaciones que brindan ayuda a las familias que necesitan saber la condición de su hijo, una de ellas es Apo-autis, que cuenta con psicólogos especialistas en estos trastornos, además médicos, terapeutas y la información necesaria.
Están ubicados en Tegucigalpa, El Progreso, La Ceiba y El Paraíso. (Puede contactarse con ellos a través de su página de Facebook, su número de teléfono +504 9886-4518 o su correo electrónico apoautis1997@yahoo.com).
Además, existen otras organizaciones como Arca de Esperanza en Tegucigalpa (quienes brindan las equinoterapias) y la doctora Sara Merlo, ubicada en el sur del país, que es una especialista en condiciones del neurodesarrollo, en niños y adultos.