TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El dolor crónico y el dolor agudo, cuatro palabras que seguramente ha escuchado más de alguna vez en su vida.
Aprender a gestionarlos de manera efectiva allanará el camino hacia una vida más plena. Pero, antes de embarcarse en la búsqueda de soluciones, es imperativo desentrañar la naturaleza de cada uno.
Mientras el dolor agudo es un “compañero” momentáneo que desaparece una vez que la causa subyacente se resuelve, el crónico es una dolencia arraigada a su cuerpo que puede persistir lapsos más prolongados como meses o incluso años. Es consecuente de lesiones que requieren de una mayor atención.
Para gestionar efectivamente este tipo de afecciones, el médico David Ávila enlista una serie de recomendaciones que le serán de utilidad:
La primera sugerencia es consultar con un profesional de la salud para identificar el origen de su dolor. En este inciso se incluye, pero no se limita, la injerencia de medicamentos como analgésicos o antiinflamatorios para controlar su dolencia. “Automedicarse es un error frecuente que puede traer graves efectos por desconocimiento. Dejar pasar mucho tiempo también es una fatalidad que vemos todos los días en consulta”, señaló el experto.
Dependiendo el tipo de caso que lo aqueje, puede optar por una terapia complementaria a su tratamiento. La quiropráctica, por ejemplo, ayuda a reducir la tensión muscular y promueve la circulación y relajación.
“Vamos de un paciente a otro porque cada uno necesita desarrollar un plan de tratamiento individualizado y efectivo, pero hacer ejercicio es tan importante como tomar agua. Gestionar el dolor requiere de un enfoque integral que abarque aspectos tanto físicos como emocionales”, enfatizó.
Esto porque sólo se necesita un paso para saltar de un dolor agudo a un crónico, debido a un mal diagnóstico médico que puede contribuir en el progreso de una afección
Dolor intercurrente
Este tipo de afección incluye un aumento intenso de dolor que puede surgir pese a estar medicado de forma programada contra un dolor crónico.
Se presenta rápidamente, puede durar tanto como una hora, y se siente como una dolencia crónica -pero peor- de variada intensidad.
Puede presentarse varias veces al día, aún cuando el mal crónico esté “controlado”. Se trata con una dosis de medicamento extra, recetada por el médico.