TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Pocos aspectos inciden más en el desarrollo emocional, social y psicológico de los hijos que el tipo de familia en el que crecen.
La respuesta emocional de cada infante y adolescente viene ligada íntimamente al ambiente familiar, los ejemplos y valores que de niño experimenta en sus primeros años.
Por supuesto, no se puede negar que hay muchos aspectos que contribuyen a formar la respuesta emocional de una persona, como ser la genética, la neurofisiología, el desarrollo cognitivo, el idioma natal, el país o lugar de nacimiento y las circunstancias económicas que propician o no ciertas experiencias.
Podríamos definir que el temperamento de un niño es una herencia innata que desciende desde sus padres, pero el carácter de cada pequeño es infuenciado multifactorialmente. No obstante, el aspecto más importante es el ambiente familiar.
A continuación, sírvase notar tres puntos en los que este impacto es notable y cómo puede el contexto familiar esculpir el mapa emocional de su pequeño:
Ejemplo familiar
Los niños aprenden cómo reaccionar a sus emociones mediante observar a sus padres y otros miembros de la familia. Recuerde que la respuesta emocional del ser humano consiste en los procesos internos y externos para iniciar, mantener y modular la ocurrencia, intensidad y expresión de las emociones.
Si usted como padre no sabe regular sus emociones y es propenso a vaivenes emocionales de alegría y tristeza súbita, autoindulgencia, ira descontrolada o ciclos pasivo-agresivos, sus hijos rápidamente captarán y copiarán a la perfección su ejemplo. Es por ello que más que darles reglas de qué hacer o qué evitar, enseñe a sus hijos mediante un buen ejemplo de habla asertiva, autocontrol, felicidad interna y cero misoginia.
Ellos deben ver en usted un ejemplo de calma, equilibrio y paz; un refugio seguro, no un tirano violento o un cobarde depresivo. Ellos con su buen ejemplo tendrán una pauta clara de cómo responder emocionalmente ante similares circunstancias en su presente y futuro.
Aprenderán a razonar y entender cómo reaccionar correctamente ante cada desafío. Aquí también es necesario estar al tanto de los otros miembros cercanos en el círculo familiar que puedan incidir en sus hijos. Como regla general, el carácter de un niño se forma de su interacción con sus cinco personas más cercanas.
Costumbres
Algunas costumbres familiares específicas, creencias y valores inciden directamente en la respuesta emocional de los menores. Por ejemplo, los hijos de padres alcohólicos suelen reproducir dicha falta de control ante el alcohol.
No puede exigir usted que sus hijos posean costumbres de las que usted carece ni obligarles a desechar hábitos dañinos en lo que usted mismo es autoindulgente. Por otro lado, un robusto y sano desarrollo emocional se logro cuando sus hijos ven en usted un ejemplo a seguir en cuanto a diligencia, orden, honradez, veracidad y lealtad.
Enseñe a sus hijos a expresar sus emociones de forma calmada, sin atacar ni darse a sentir ofendido. Nunca los calle si desean expresar llanto genuino, dolor, tristeza o inmensa felicidad. Déjeles saber que toda respuesta emocional es válida siempre y cuando se pueda mantener bajo control, y que los berriches no son aceptables y a ningún resultado positivo conducen.
Y cuando sea de celebrar y tener solaz, aproveche esos momentos para fomentar un cimiento fuerte de alegría interior e inteligencia emocional. Puede transmitir a sus hijos sus valores espirituales y morales, dejando siempre una puerta abierta a su libre albedrío. Las tradiciones culturales y familiares, fiestas anuales, viajes recurrentes y lugares preferidos, presentan circunstancias idóneas para fomentar dichos valores
Apego
La calidad del apego, disciplina, empatía y amor dentro del círculo familiar sirve de ancla emocional para los infantes. Los estudios muestran que un niño será sano emocionalmente en la medida que sus padres lo sean.
El apego desde antes del nacimiento es clave para que un hijo pueda sentirse amado y protegido por sus progenitores. Cultive en ellos el amor por la vida, la naturaleza y la familia y así les inculcará un apego poderoso que tendrá como resultado, adultos sanos. Cuando una madre falla en demostrar apego y afecto a sus hijos, estos crecen con un déficit de humanidad que a la larga les puede llevar a ser sociópatas o psicópatas.
Y si un padre es ausente o aún estando presente, es desamorado o egoísta, sus hijos no desarrollarán un norte moral y su brújula emocional no estará bien calibrada para distinguir lo que es social y moralmente aceptable, lo que puede resultar en adolescentes perdidos en las drogas, alcohol, promiscuidad sexual, pandillas u otras acciones antisociales.
Por lo tanto, es vital que ambas figuras, tanto materna como paterna, permeen ampliamente las emociones y desarollo psicológico de cada infante de forma constructiva y positiva. Familias fuertes y unidas crean ciudadanos ejemplares y seres humanos equilibrados. Lo contrario también es cierto.
En este contexto, el más grande privilegio es ser padre o madre. Sea el mejor ejemplo posible para sus hijos, en palabras y acciones, y estos continuarán su legado en las generaciones venideras.