TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En el entramado de una relación son muchos los aspectos que se involucran. Hay diversas cuestiones que están en juego, como el orgullo y la dignidad.
Cuando hay orgullo de por medio, puede haber problemas de comunicación, y como señala el psicoterapeuta individual y de pareja Antonio Escobar, este se manifiesta “como una resistencia a ceder, pedir perdón o admitir errores”, lo que puede llevar a distanciamientos innecesarios.
En ese sentido, sobreponer su orgullo a los intereses comunes de la pareja puede dejar en riesgo la estabilidad de la relación. Perderlo sin lugar a dudas le permitirá explorar otras formas de ver y afrontar las cosas, porque no lo hará desde el “yo”, sino desde el “nosotros”.
“Perder el orgullo puede ser algo positivo, ya que implica ser humilde, aceptar responsabilidades y estar dispuesto a hacer sacrificios o compromisos por el bien de la relación. Algunos ejemplos pueden ser, admitir que uno se equivocó y pedir disculpas, ceder en discusiones para llegar a un acuerdo y mostrar vulnerabilidad emocional frente a la pareja”, señala el psicólogo.
Ahora bien, hablemos de la dignidad, que “se relaciona con el respeto propio y el reconocimiento de la propia valía como ser humano. Implica mantener límites personales y no permitir que otros nos traten de manera injusta o abusiva”, detalla Escobar.
En ese sentido, perder la dignidad es negativo, porque entonces estará atentando contra su propio respeto, valores, límites e identidad, “es permitir que uno sea degradado, humillado o abusado en nombre de la relación”, dice nuestro entrevistado.
Y es aquí donde usted debe recordar que nada que ponga en riesgo su bienestar físico y emocional vale tanto como para perder esa parte tan esencial de su humanidad.
El psicólogo menciona que algunos ejemplos de una dignidad quebrantada son: tolerar abuso físico, emocional o verbal, aceptar repetidamente infidelidades sin consecuencias “o permitir que la pareja controle aspectos fundamentales de la vida personal, como las decisiones, la libertad de expresión y las relaciones con otros”.
“Hay muchos factores emocionales, psicológicos, sociales/culturales o económicos que pueden llevar a una persona a perder la dignidad, como una baja autoestima, dependencia emocional, miedo al abandono o la soledad, manipulación y control por parte de la pareja, el trauma y abuso pasado, una pareja amenazante, presión social, falta de apoyo, dependencia económica, idealización de la relación, entre otros”, detalla el experto.
Consecuencias
Ya establecimos la diferencia entre perder el orgullo y perder la dignidad, y como es lo segundo lo que conlleva un riesgo, el psicólogo delimita los efectos que puede tener en su vida.
Es así que Antonio Escobar señala que algunos de los riesgos emocionales son baja autoestima, depresión, ansiedad, pérdida de la propia identidad y estrés postraumático.
Si hablamos del aspecto físico, una salud emocional deteriorada traerá consigo problemas de salud físicos, manifestados en enfermedades que pueden ser diversas.
En el ámbito social, perder la dignidad podría llevarle a aislamiento social, dificultad para formar nuevas relaciones y problemas laborales.