TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Entre pelear y mantener una discusión civilizada existe un amplio rango de situaciones, un espectro que abarca la mayoría de las discusiones maritales.
Y cuando se tienen hijos de por medio, hay muchas posibilidades de que las discusiones —contra el sentido común— sucedan delante de ellos. Pero, ¿cuál es el impacto en los niños? De acuerdo con Estela Antúnez, psicóloga clínica, los altercados físicos, los insultos y las tácticas como el silencio son interacciones tóxicas que, a largo plazo, pueden afectar el desarrollo y bienestar emocional de los menores.
La especialista apunta que una de las principales consecuencias es la inseguridad. Los altercados mal manejados socavan el sentido de seguridad de los niños sobre la estabilidad de la familia.
“Los menores expuestos con frecuencia a conflictos maritales pueden preocuparse por el divorcio o por la incertidumbre. Incluso puede dificultarles tener un sentido de normalidad en la familia”.
Los enfrentamientos también terminan por deteriorar la calidad de las relaciones entre padres e hijos. Ante una situación de estrés y cero armonía en el hogar, muy difícilmente los progenitores pueden mostrar calidez y afecto durante su interacción.
“Siendo testigos de cómo sus padres se enfrentan verbalmente, los niños o adolescentes también pueden caer en el estrés y comprometer su bienestar físico y psicológico a corto y largo plazo. Incluso esto puede inferir en el desarrollo saludable del menor.
Asimismo, se vería afectado su nivel de concentración, autocontrol de emociones y hacerlos más susceptibles a la frustración”, añade Antúnez.
Comportamiento infantil
A los impactos negativos se suma la disminución del rendimiento cognitivo y dificultades para la resolución de conflictos. Es una cuestión natural: los hijos replican los comportamientos de sus padres y, por ende, si están expuestos a la hostilidad, tratarán de la misma manera a sus semejantes. Es decir, resolverán las disputas entre hermanos o amigos con las mismas tácticas con las que han crecido.
Buenas prácticas
Su comportamiento debe tener como objetivo prioritario salvaguardar la felicidad y el bienestar de sus hijos. Por ejemplo, cuide lo que discute. Los niños pueden presenciar desacuerdos sobre temas cotidianos, pero no sobre su educación ni asuntos de pareja.
Busque la resolución
Intente mantener un punto de vista constructivo entre usted y su pareja. No busque al culpable, más bien trate de ver cómo pueden solventar el conflicto.
Comunicación asertiva
Comprenda que la otra persona puede tener un punto de vista y emociones diferentes, y respételas. Utilice la empatía, es decir, póngase en el lugar del otro.