Estas conversaciones son inevitables ya que no se quiere dejar la educación sexual en manos del Internet o de la calle, que solo le mal aconsejarán.
La falta de experiencia de los progenitores para tratar este asunto, la incomodidad o la poca apertura frente al tema puede generar confusión en los jóvenes.
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“Si la comunicación en la familia es fluida y tenemos buena relación con los hijos puede generar cierto rubor, pero ambas partes van a sostenerlo bien. Pero muchas veces esto no ocurre, no hay ese tipo de cercanía y, a veces, es peor el remedio que la enfermedad”, comparte Rafael San Román, psicólogo de iFeel.
No es lo mismo hablarlo con un niño de diez años que con alguien de 16 que ya tiene muchas más dudas, argumenta el experto.
Estos son los 10 errores más comunes de los padres al hablar de sexo con los hijos:
1. Confundir educación con información
A la hora de la educación sexual de los hijos no se trata únicamente de ponerles un documental, dirigirlos a una web de referencia u ofrecerles material didáctico. Además de asegurarles la información suficiente, hay que darle sentido, ponerla en un marco espacio-temporal y ofrecer herramientas para interpretarla.En esta comunicación es importante no censurar ni tampoco atacar, para crear un entorno de seguridad y confianza. Utilizar un lenguaje próximo y práctico favorece que los jóvenes integren el mensaje.
2. No tener en cuenta la edad
Desde muy pequeños, los niños comienzan a interesarse por el sexo. Es fundamental dar respuesta a sus preguntas o dudas sin intentar enmascarar u ocultar información. También adaptándola a la edad del menor para mejorar su comprensión. Ello ayuda a no abrumarlos, incomodarlos u ofrecer detalles innecesarios o incomprensibles.“Lo que cambia con la edad no es el tema, sino cómo se habla del mismo. Obviamente no vamos a hablar de deseo sexual y conductas concretas a un niño de cuatro años que no entendería qué son esos fenómenos ni para qué sirven. Pero sí le vamos a enseñar cómo se llaman las partes del cuerpo, por ejemplo”, indica San Román.
3. Utilizar metáforas y cuentos
Suele ocurrir, sobre todo con los niños más pequeños, que se utiliza un lenguaje cargado de fantasía y se recurre a los cuentos, ya que se piensa que lo van a entender mejor. “Este método es un error en muchas ocasiones: la mente de los niños muy pequeños (sobre todo menores de 7 años) no está preparada cognitivamente para cierto nivel de abstracción; es decir, para entender que ciertos símbolos se refieren indirectamente a cosas reales y que no son meras fantasías imaginativas”, comparte el grupo de Terapia Familiar.ENTÉRESE: ¡El gran dilema! ¿Bloquear o no a tu expareja?
Otras veces, es el miedo a tratar determinados temas lo que lleva a enmascarar los conceptos reales. “Si utilizamos elementos poco realistas para explicar asuntos muy realistas, lo más probable es que no entiendan nada o que lleguen a conclusiones completamente erróneas”, añaden. Mejor llamar a cada cosa por su nombre y de forma sencilla, algo que ayudará a también a eliminar tabúes y no poner barreras ante ciertos temas.
4. Regañar o castigar
La relación que los hijos van a desarrollar con su sexualidad está conectada con la educación que reciban durante sus primeros años de vida. “No hay que confundir educar con regañar o asustar innecesariamente. Piensa en el lugar que quieres que el miedo y la culpa ocupen en la sexualidad de tus hijos, dentro de lo que es tu responsabilidad como educador. Si los niños preguntan, los padres no deben reprimir su curiosidad con una regañina”, comentan desde iFeel.Por ejemplo, atrapar a un hijo consumiendo pornografía puede despertar cierta reacción de enfado en los padres. En todo caso, es importante que esto no desencadene una contienda entre las dos partes.
5. Cerrarse a hablar de ciertos temas
Existen asuntos que pueden asustar a los progenitores, como los embarazos innecesarios o las enfermedades infecciosas. Pero atajar estos temas desde la culpa o el miedo se contrapone con educar desde la felicidad y la responsabilidad. Los anticonceptivos pueden ser otro de los asuntos que despierten la alarma en los padres.“Ante la duda -y partiendo de la base de que si nuestros hijos quieren tener relaciones sexuales y las tienen a su alcance las van a tener- siempre es preferible que lo hagan con protección y con la información adecuada. Recordemos que no basta con tener métodos anticonceptivos, sino que hay que saber utilizarlos para que sean eficaces. Todo lo que hagamos como padres por impedirlo o por retrasar ese momento tiene fecha de caducidad”, sugiere San Rafael.
6. Eludir preguntas
Que los niños pregunten es una buena noticia, ya que consideran que los padres son una fuente fiable y segura. Para no deslegitimar esta percepción, todas sus preguntas deben ser atendidas o, si no se sabe qué decir, ser honestos ante ello y manifestarlo abiertamente. Incluso se les puede indicar que se van a recabar datos y posponer la conversación.Es mejor no evitar temas, porque si los niños buscarán satisfacer su curiosidad por otras fuentes.
7. Sobreinformar
En muchas ocasiones, los menores no esperan ante sus preguntas una retahíla de datos o una charla aleccionadora. Una pequeña píldora de información puede ser suficiente, dependiendo del caso. “A veces simplemente se trata de algo concreto, pero no quieren más información, no se les ha ocurrido que puede haber algo más; o directamente no están preparados para entender ciertos aspectos de la sexualidad”, comenta.DE INTERÉS: Estas son las enfermedades de transmisión sexual que aún no tienen cura
Es algo que está muy relacionado con la edad de los hijos, ya que cuanto mayores son los niños, más capacidad tienen para procesar conocimientos más complejos y mantener la atención de manera continuada en un mismo tema.
8. Vincular hablar de sexo con tener hijos
La mayoría de mensajes sexuales que se reciben están sesgados. No solo se relacionan con la reproducción, el acto sexual, o la prevención de ETS.“Una educación óptima debe incluir las diferentes versiones del sexo en la vida, que tienen que ver principalmente con el intercambio de la afectividad, el placer, la comunicación o la identidad. Es decir, con la satisfacción de necesidades humanas muy relevantes. No olvidemos esa parte”, explican el experto.