Sabiendo sobrellevar la pesada designación mediática de tomar el trono de uno de los mayores emblemas de los Blancos, él se ha aferrado a su convicción y olfato goleador para irse metiendo de a poco en la rica historia del 26 veces campeón de Honduras.
Escudado por el complejo apadrinamiento del eterno Matador Wilmer Velásquez, Roger Rojas se ha ido despojando de esa camisa de fuerza y con sus gritos ha venido demostrando que quiere escribir su propia historia en Honduras.
Un orgullo para la familia
Con sus 54 goles ligueros, el Rojitas se ha metido entre los siete mejores cañoneros olimpistas de todos los tiempos y amenaza con romper los números de hombres que han marcado toda una época en el Rey de Copas.
“Para ser franco no esperaba esta cifra de goles a estas alturas, porque es bastante tierno (joven). Para mí es un orgullo que sea el jugador más joven de la Liga en llevar esa cantidad de goles y que ya supera a alguien como Alex Pineda (52) y ahora va por la meta del Matador Juan Flores (60), que fue una insignia en Olimpia”, ungido de satisfacción comenta su padre, Aníbal Rojas, el hombre que le ha sabido mostrar el camino hacia el éxito.
Una cifra envidiable...
Sí, tal como lo dice su progenitor, Roger, con apenas 22 años de edad y de forma sigilosa, está situado en una privilegiada lista en donde aparecen nombres de peso y que, naturalmente, hace despertar la mirada y la admiración hasta de los más referentes de la historia blanca.
“¡Oh, 54 goles con 22 años de edad!... Es espectacular, hermano, quién no quisiera tener esa cantidad. Habla bien de él, pero a la vez lo pone en una situación especial porque todos estamos queriendo decir: ‘el Ro-Ro ya es’, y todavía no le podemos dar esa responsabilidad. Está madurando”, dice Eduardo Bennett, un goleador de raza que con sus dianas hizo palpitar los corazones blancos en la década de los 90.
Los 196 goles de Wilmer Velásquez o los 97 de Denilson Costa parecen constituirse en una vara muy alta para el Ro-Ro, pero su largo futuro en el fútbol y su ritmo goleador hasta el momento hace pensar en que puede desafiar, por qué no, hasta los propios números de su gran ídolo.
“La meta es que marque los goles que Dios le dé, pero es difícil porque Wilmer Velásquez ha sido uno de los mejores jugadores que ha habido en Honduras, pero va por buen camino, de a poquito, pero ahí va”, dice en tono cauteloso, pero esperanzador, don Aníbal.
Así, con los buenos augurios de sus seres queridos y con el argumento de sus números, el Rojitas se ha venido haciendo hombre a punta de celebraciones y espera que el olimpismo lo recuerde no como el heredero del Matador, sino como el Cazador Roger Rojas.