La máxima aspiración de muchos de los artistas de Honduras, así como de sus gestores y directores culturales, no es resolver problemas en beneficio de los sectores más amplios de la sociedad sino en la minúscula idea de ver su obra en las grandes bienales y certámenes internacionales, así como en las grandes colecciones de los más importantes banqueros o sus trabajos publicados en prestigiosas revistas de arte.