Tegucigalpa, Honduras
“No vayás, le dije en la mañana y él me respondió: mirá, me voy a poner esto en la cara para que me reconozcas”, recordó doña María Orlanda, abuela de Tristan Abacuq Guevara Aguilar, el joven de 20 años que perdió la vida después de un enfrentamiento entre las barras de los equipos Olimpia y Motagua.
Las palabras que Tristan Abacuq le dijo a su abuela, antes de despedirse en su casa del barrio Abajo de la ciudad de Siguatepeque, según ella, “era que él ya presentía su muerte”, cuando le dijo que se pintaría la cara con los colores del azul profundo, el equipo de sus amores.
El joven que el 9 de abril había cumplido 20 años, venía a ver jugar al Motagua a la capital, cada vez que podía; el domingo no quiso perderse el clásico y se subió en el autobús junto a una veintena de muchachos, también aficionados motagüenses.
“Él salió como a las 10:00 de la mañana de la casa, me dijo que regresaría temprano, pero ya no me volví a comunicar con él”, lamentó doña María Orlanda.
El aficionado del Motagua viajaba en un bus que habían contratado y en el que retornarían nuevamente a su ciudad natal.
Sin embargo la unidad presentó desperfectos mecánicos a la altura del kilómetro 21 de la carretera CA-5, cerca de Zambrano, Francisco Morazán.
El conductor detuvo la marcha de la unidad y los jóvenes, identificados con los colores de su equipo, se bajaron del bus para ver si lo reparaban; en ese momento otro bus que también venía de la capital, pero con aficionados olimpistas se paró frente a ellos y empezó la batalla campal.
Los disparos salieron del bus de los olimpistas hiriendo de muerte a Tristan y a otros seis de sus amigos.
Tristan, expiró cerca de las casetas de peaje hasta donde un buen samaritano lo llevó en su carro tratando de salvarle la vida, pero ya era tarde.