NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- Impreciso en sus golpes y mermado por molestias en la espalda, Roger Federer dilapidó una ventaja contra un oponente ante el cual nunca había perdido, y sucumbió el martes 3-6, 6-4, 3-6, 6-4, 6-2 ante Grigor Dimitrov en los cuartos de final del
Abierto de Estados Unidos.
El aturdido público en el estadio Arthur Ashe fue testigo de una menguada versión del ganador de 20 torneos de Grand Slam, la cifra récord. Federer cometió 61 errores no forzados, 33 con su derecha.
Con 38 años encima, el armazón del astro suizo le traicionó a una mala hora.
“Grigor pudo despacharme”, dijo un resignado Federer. “Peleé con lo que tenía. Es lo que hay.
Federer hizo incluso algo que no es frecuente: pidió tratamiento tras ceder el cuarto set, saliendo de la pista junto a un fisioterapeuta. Culminado el partido, reveló que sintió una molestia en la espalda, cerca del cuello.
“Solo necesitaba que se relajara, que se soltara con un chasquido y ver si mejoraba”, comentó Federer en referencia a su espalda alta. “Pero éste es el momento de Grigor y no de mi físico”.
Cuando el partido se reanudó, después de una demora de 10 minutos, Federer lució apagado ante el empuje del búlgaro.
“Empezó a decaer un poco”, notó Dimitrov. “Estaba claro, al final, que no estaba al ciento por ciento”.
Como 78vo en el ranking mundial, Dimitrov era un adversario que no se antojaba como el verdugo de Federer en este US Open.
Después de todo, Federer presumía de una marca de 7-0 ante el búlgaro, llevándose 16 de los previos 18 sets.
Federer buscaba convertirse en el semifinalista más longevo en un Grand Slam desde la gesta de Jimmy Connors, con 39 años, en el US Open de 1991.
También se quedó atascado en su empeño por incrementar su cuenta de seis títulos en Nueva York. Y es otra frustración tras desperdiciar un par de bolas de partido al caer ante Novak Djokovic en la final de Wimbledon, que se definió a cinco sets.
'Decepciona que sea el final, porque estaba sintiendo que estaba jugando muy bien tras un par de mal comienzos”, comentó Federer. “Es una oportunidad perdida de cierta manera”.
Federer contribuyó a su debacle, fallando golpes fáciles, que mandaba desviados o depositaba en la red, y no pudo sostener la ventaja 2-1 que sacó en sets.
Para Dimitrov, se trata de una victoria memorable en un US Open en el que ha resucitado tras una mediocre serie de resultados, con marca de 1-7 en sus ocho partidos anteriores a este certamen.
Una década más joven que la leyenda suiza, Dimitrov entró en escena con el apodo del 'Baby Fed' por la similitud de su revés de una mano y juego completo.
Afectado por una dolencia en el hombro, el búlgaro había caído a su ranking más bajo desde que figuró como 87 el 4 de junio de 2012.
“Los últimos seis, siete meses, han sido muy duros para mí”, dijo Dimitrov. “Cuando menos te lo imaginas, casi al final del año, consigues un resultado como este. Es algo muy especial”.
Dimitrov estará en su tercera semifinal de un grande, la primera en Flushing Meadows. Su rival el viernes será el ruso Daniil Medvedev, quinto cabeza de serie.
Medvedev prolongó su marcha arrasadora en canchas duras con una inapelable victoria 7-6 (6), 6-3, 3-6, 6-1 sobre Stan Wawrinka. A sus 23 años, el ruso se convirtió en el jugador más joven en acceder a las semifinales del US Open desde que Novak Djokovic, con la misma edad, lo hizo en 2010.
Medvedev admitió que temió por un momento durante el primer set que tendría que abandonar el partido debido a un tirón muscular.
Wawrinka, dueño de tres títulos de Grand Slam, en ningún momento creyó que Medvedev tiraría la toalla. El campeón del US Open de 2006 quiso pero no pudo. Se convirtió en otra víctima del estilo desesperante y heterodoxo del sagaz ruso, quien posee una variedad de recursos con los que puede plantear tácticas cambiantes.
En sus dos partidos previos, Medvedev fue el foco de la atención por la manera sarcástica y desafiante en que encaró a la afición que le abucheaba, echándole en la cara que todo ese menosprecio le motivaba más para ganar. Acabó haciendo un gracioso baile moviendo los brazos.
La tarde del martes, el villano del momento no quiso entrar en las provocaciones. Tras ser abucheado al ingresar a la pista, Medvedev se encontró con un trato menos hostil al final y fue magnánimo al describir su trato con el público de Nueva York.
“Tengo dos frases. La primera, desde luego, ‘eléctrico’, porque es eléctrico. Y la segunda, ‘controversia’”, replicó sonriente. “A mucha gente le gustan mis entrevistas. No le caigo bien a mucha gente. Solo puedo decirles: ‘gente, nada más trato de ser yo’”.
Fue la victoria número 59 de Medvedev en la temporada, la mayor cantidad en el circuito. Alcanzó las finales en tres torneos sucesivos en la antesala al US Open, consagrándose campeón en el Masters de Cincinnati.
Amansó a Wawrinka, pese a cometer 12 dobles faltas y por momentos dar la impresión que el físico no le daba para resistir la batalla.
“Gané jugando bien feo, pero era lo que tenía que hacer”, reconoció Medvedev.
Wawrinka dijo que no le prestó mucha atención a las visitas del fisioterapeuta a Medvedev en el primer set.
“Nunca encontré el ritmo ideal”, se lamentó el suizo, quien venía de eliminar a Djokovic en octavos.
En el cuadro femenino, Serena Williams avanzó a las semifinales con una abrumadora victoria 6-1, 6-0 sobre la china Wang Qiang, empleando apenas 44 minutos. Williams quedó a dos victorias de conquistar un 24to título de sencillos en los Grand Slams y empatar el récord de Margaret Court.
Su próxima rival será la ucraniana Elina Svitolina, quien accedió a las semifinales por segundo Grand Slam consecutivo tras vencer 6-4, 6-4 a la británica Johanna Konta.
El aturdido público en el estadio Arthur Ashe fue testigo de una menguada versión del ganador de 20 torneos de Grand Slam, la cifra récord. Federer cometió 61 errores no forzados, 33 con su derecha.
Con 38 años encima, el armazón del astro suizo le traicionó a una mala hora.
“Grigor pudo despacharme”, dijo un resignado Federer. “Peleé con lo que tenía. Es lo que hay.
Federer hizo incluso algo que no es frecuente: pidió tratamiento tras ceder el cuarto set, saliendo de la pista junto a un fisioterapeuta. Culminado el partido, reveló que sintió una molestia en la espalda, cerca del cuello.
“Solo necesitaba que se relajara, que se soltara con un chasquido y ver si mejoraba”, comentó Federer en referencia a su espalda alta. “Pero éste es el momento de Grigor y no de mi físico”.
Cuando el partido se reanudó, después de una demora de 10 minutos, Federer lució apagado ante el empuje del búlgaro.
“Empezó a decaer un poco”, notó Dimitrov. “Estaba claro, al final, que no estaba al ciento por ciento”.
Como 78vo en el ranking mundial, Dimitrov era un adversario que no se antojaba como el verdugo de Federer en este US Open.
Después de todo, Federer presumía de una marca de 7-0 ante el búlgaro, llevándose 16 de los previos 18 sets.
Federer buscaba convertirse en el semifinalista más longevo en un Grand Slam desde la gesta de Jimmy Connors, con 39 años, en el US Open de 1991.
También se quedó atascado en su empeño por incrementar su cuenta de seis títulos en Nueva York. Y es otra frustración tras desperdiciar un par de bolas de partido al caer ante Novak Djokovic en la final de Wimbledon, que se definió a cinco sets.
'Decepciona que sea el final, porque estaba sintiendo que estaba jugando muy bien tras un par de mal comienzos”, comentó Federer. “Es una oportunidad perdida de cierta manera”.
Federer contribuyó a su debacle, fallando golpes fáciles, que mandaba desviados o depositaba en la red, y no pudo sostener la ventaja 2-1 que sacó en sets.
Para Dimitrov, se trata de una victoria memorable en un US Open en el que ha resucitado tras una mediocre serie de resultados, con marca de 1-7 en sus ocho partidos anteriores a este certamen.
Una década más joven que la leyenda suiza, Dimitrov entró en escena con el apodo del 'Baby Fed' por la similitud de su revés de una mano y juego completo.
Afectado por una dolencia en el hombro, el búlgaro había caído a su ranking más bajo desde que figuró como 87 el 4 de junio de 2012.
“Los últimos seis, siete meses, han sido muy duros para mí”, dijo Dimitrov. “Cuando menos te lo imaginas, casi al final del año, consigues un resultado como este. Es algo muy especial”.
Dimitrov estará en su tercera semifinal de un grande, la primera en Flushing Meadows. Su rival el viernes será el ruso Daniil Medvedev, quinto cabeza de serie.
Medvedev prolongó su marcha arrasadora en canchas duras con una inapelable victoria 7-6 (6), 6-3, 3-6, 6-1 sobre Stan Wawrinka. A sus 23 años, el ruso se convirtió en el jugador más joven en acceder a las semifinales del US Open desde que Novak Djokovic, con la misma edad, lo hizo en 2010.
Medvedev admitió que temió por un momento durante el primer set que tendría que abandonar el partido debido a un tirón muscular.
Wawrinka, dueño de tres títulos de Grand Slam, en ningún momento creyó que Medvedev tiraría la toalla. El campeón del US Open de 2006 quiso pero no pudo. Se convirtió en otra víctima del estilo desesperante y heterodoxo del sagaz ruso, quien posee una variedad de recursos con los que puede plantear tácticas cambiantes.
En sus dos partidos previos, Medvedev fue el foco de la atención por la manera sarcástica y desafiante en que encaró a la afición que le abucheaba, echándole en la cara que todo ese menosprecio le motivaba más para ganar. Acabó haciendo un gracioso baile moviendo los brazos.
La tarde del martes, el villano del momento no quiso entrar en las provocaciones. Tras ser abucheado al ingresar a la pista, Medvedev se encontró con un trato menos hostil al final y fue magnánimo al describir su trato con el público de Nueva York.
“Tengo dos frases. La primera, desde luego, ‘eléctrico’, porque es eléctrico. Y la segunda, ‘controversia’”, replicó sonriente. “A mucha gente le gustan mis entrevistas. No le caigo bien a mucha gente. Solo puedo decirles: ‘gente, nada más trato de ser yo’”.
Fue la victoria número 59 de Medvedev en la temporada, la mayor cantidad en el circuito. Alcanzó las finales en tres torneos sucesivos en la antesala al US Open, consagrándose campeón en el Masters de Cincinnati.
Amansó a Wawrinka, pese a cometer 12 dobles faltas y por momentos dar la impresión que el físico no le daba para resistir la batalla.
“Gané jugando bien feo, pero era lo que tenía que hacer”, reconoció Medvedev.
Wawrinka dijo que no le prestó mucha atención a las visitas del fisioterapeuta a Medvedev en el primer set.
“Nunca encontré el ritmo ideal”, se lamentó el suizo, quien venía de eliminar a Djokovic en octavos.
En el cuadro femenino, Serena Williams avanzó a las semifinales con una abrumadora victoria 6-1, 6-0 sobre la china Wang Qiang, empleando apenas 44 minutos. Williams quedó a dos victorias de conquistar un 24to título de sencillos en los Grand Slams y empatar el récord de Margaret Court.
Su próxima rival será la ucraniana Elina Svitolina, quien accedió a las semifinales por segundo Grand Slam consecutivo tras vencer 6-4, 6-4 a la británica Johanna Konta.