TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Recorrer el camino económico del país es esencial para entender dónde estamos y cuáles son las claves para trazar el futuro de la Honduras que heredarán las próximas generaciones.
A diario enfrentamos el desafío de satisfacer nuestras necesidades y deseos con recursos limitados. Comprender cómo se han asignado y modificado tales recursos a lo largo de la historia es un paso fundamental en la tarea de transformar el presente.
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Al inicio de la República la economía nacional tenía una característica sobresaliente: era agraria. Tal estructura agrícola estaba dominada por grandes haciendas con trabajadores permanentes, que coexistían con pequeñas propiedades y resguardos indígenas en algunas zonas de Honduras.
Después de que Honduras se independizara de España, su crecimiento económico estuvo relacionado con su capacidad para desarrollar productos atractivos para la exportación.
Durante gran parte del siglo XIX, el país trató a través de la ganadería y luego de la agricultura de impulsar su economía, pero sin resultados sobresalientes. Sobre ello, el analista Carlos Urbizo Solís relata que de 1821 a 1876, Honduras vivió cinco décadas pérdidas marcadas por la inestabilidad, violencia, anarquía y hasta barbarie. “Cabe mencionar que este triste período se caracterizó por una injerencia fuerte y permanente de un Estado en los asuntos internos del otro, con invasiones directas, apoyo moral y material a rebeldes, y hasta quitar y poner jefes de Estado según la conveniencia del momento”.
No fue hasta en la última parte de ese siglo que la actividad económica se aceleró con la explotación de los metales preciosos. Las minas más importantes estaban en las montañas aledañas a la capital, las cuales eran propiedad, en su mayoría, de la Rosario Mining Company.
Cambiar la ciudad capital de Comayagua a Tegucigalpa respondió a los enormes intereses mineros y comerciales de las autoridades gubernamentales de la época.
El entonces presidente Marco Aurelio Soto se había convertido en un hombre muy acaudalado a raíz de su asociación con la New York and Honduras Rosario Mining Company a la cual le otorgó un gran número de beneficios y exoneraciones fiscales.
“Este conflicto de intereses ha manchado la gigantesca y beneficiosa tarea que emprendió Soto a partir de 1876”, recuerda Urbizo Solís. “Pueden tener la certeza, por lo que he relatado hasta ahora, que en los siete u ocho años de gobierno de Soto, sucedieron muchísimos momentos claves o cruciales en la vida e historia de Honduras”.
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Para 1902, la industria bananera se afianzaba al punto de que la exportación de la fruta superaba al oro y la plata.
Otro personaje necesario para entender la historia de la economía nacional es Manuel Bonilla, quien llegó al poder por elección popular en 1912, y que a pesar de morir al año siguiente es recordado primordialmente por el apoyo amplio y beneficioso que otorgó a las empresas bananeras.
“El auge de las bananeras ocurre en parte por las concesiones de inmensas extensiones de tierra, altos beneficios fiscales, a la ausencia de otras opciones de actividad económica, así como a la debilidad de los gobiernos que prácticamente se conformaban con el empleo que generaban la bananeras, al compromiso de construir líneas de ferrocarril, y proveer a los empleados con escuelas y hospitales”, refiere Urbizo Solís. La actividad bananera funda bancos, siembra caña de azúcar, construye ingenios azucareros, cervecerías, fábricas de refrescos y hielo, de jabones, de manteca y aceites, de zapatos, plantas eléctricas, agua potable, ganado, lecherías y otros; es decir, prácticamente desde mediados del siglo XX la economía del país depende de los campos bananeros.
La huelga de 1954 significó un parteaguas en la conquista de los derechos laborales, pero a su vez ralentizó considerablemente la industria, al punto que poco a poco las bananeras se ven obligadas a replantear su misión y estrategia de negocios. La importancia de las exportaciones de banano y la generación de empleo que conllevaban comienza a ser sustituida por el café, la maquila textil, la palma y otra diversidad de sectores industriales y comerciales, así como otros cultivos agrícolas.
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Hoy, cerca de celebrar 200 años de Independencia, la crisis socioeconómica derivada de la pandemia ha puesto de cabeza al mundo entero, y Honduras no es excepción. Sumado al covid-19, el país registró en noviembre de 2020 dos huracanes, provocando que, entre otros efectos, la actividad económica cayera en 9%. Y en lo que va del año, la industria manufacturera, el comercio, las telecomunicaciones y la intermediación financiera son los sectores que están contribuyendo a la recuperación de la economía. Sin embargo, sectores como los hoteles y restaurantes, agricultura, ganadería, silvicultura y pesca, transporte y construcción privada siguen en contracción.