Tegucigalpa, Honduras.- La desinformación se ha convertido en un fenómeno global que no solo distorsiona la realidad, sino que también afecta la estabilidad social y democrática de los países.
En Honduras, durante 2024, este problema se ha intensificado, impulsado por factores como la polarización política, la desconfianza en los medios tradicionales y el auge de las redes sociales como principales fuentes de información.
Más que un desafío técnico, la desinformación representa una amenaza cultural que demanda respuestas integrales.
EL HERALDO Verifica recuenta cuatro claves para entender el fenómeno en 2024.
Redes sociales como motor de la desinformación
En 2024, las plataformas digitales se han consolidado como las principales fuentes de información para los hondureños, desplazando en muchos casos a los medios tradicionales.
Sin embargo, estas redes no cuentan con mecanismos efectivos para filtrar el contenido falso o manipulador.
WhatsApp, Facebook y TikTok hacen esfuerzos para combatir la desinformación, aunque sus políticas aún requieren afianzamiento.
Por ejemplo, rumores sobre beneficios sociales inexistentes o cambios en normativas migratorias han inundado grupos de WhatsApp, generando reacciones masivas basadas en información falsa.
Estas plataformas se han convertido en herramientas poderosas para actores malintencionados que buscan influir en la opinión pública, particularmente en temas políticos.
El poder de los bots y la manipulación con IA
En 2024, el uso de bots y cuentas falsas en redes sociales ha alcanzado un nivel alarmante. Estas herramientas son utilizadas por grupos políticos y económicos para amplificar mensajes específicos, crear tendencias artificiales y atacar a figuras públicas.
Estos actores aprovechan la falta de regulación y supervisión de las plataformas digitales para influir en el debate público de manera oculta.
Un ejemplo reciente fue la proliferación de perfiles falsos que compartieron una narrativa falsa sobre reformas legales, generando información errónea.
A esto agregarle, el incremento del uso de la Inteligencia Artificial (IA) para crear imágenes, videos o audios falsificados (deepfakes), lo que dificulta a los usuarios identificar que es real o no.
Brechas en alfabetización mediática y digital
Uno de los mayores desafíos en Honduras es la baja cultura de verificación de información. Muchas personas desconocen cómo evaluar la credibilidad de una fuente o identificar contenido manipulado.
Esto se ve exacerbado por la falta de fact-checkers institucionalizados en el país. Si bien existen esfuerzos independientes, no son suficientes para contrarrestar el volumen de contenido falso que circula diariamente.
Impacto social y político
La desinformación tiene consecuencias profundas en la sociedad hondureña. Por un lado, genera división y polarización al manipular emociones como el miedo o la indignación.
Por otro lado, debilita la confianza en las instituciones públicas y los medios de comunicación, creando un entorno donde el escepticismo y las teorías conspirativas proliferan.
En el ámbito político, la desinformación pone en riesgo la transparencia democrática, ya que puede alterar la percepción de los ciudadanos sobre los candidatos y sus propuestas, afectando el proceso electoral.
El camino hacia la solución
Combatir la desinformación en Honduras requiere un enfoque integral que combine educación, regulación y tecnología. Es fundamental promover la alfabetización mediática y digital desde una edad temprana, capacitando a las personas para identificar y evitar contenido falso.
Al mismo tiempo, las plataformas digitales deben asumir una mayor responsabilidad en la moderación del contenido que comparten sus usuarios.
Finalmente, los medios de comunicación y los líderes de opinión deben trabajar con transparencia y ética, para reconstruir la confianza de la población en fuentes de información confiables. Solo así será posible mitigar el impacto de la desinformación y fortalecer la democracia en el país.
En conclusión, esto requiere de un esfuerzo en conjunto de la población hondureña para entender las dinámicas y efectos de la desinformación como primer paso hacia su combate efectivo.
En un año decisivo como 2024, esta lucha no es solo responsabilidad de las instituciones, sino de toda la ciudadanía.
Fuentes
Información de EL HERALDO Verifica