Woody Harrelson llega al Hotel Thompson de Toronto sin querer quitarse la gorra. “No estoy peinado”, bromea.
Y más allá de la vanidad por querer esconder la verdadera calvicie, es algo que también lo ayuda en el cine, cambiando los estilos de peinado con cada nueva interpretación, como el rubio pelo largo de Hunger Games o el sombrero del mentalista de Now You See Me y el de vaquero que usó en No Country for Old Men o Zombieland.
En la más nueva película LBJ, también usa extensiones de pelo, además de un particular maquillaje que lo ayuda a verse como el verdadero Lyndon B. Johnson que reemplazó en la presidencia a John F Kennedy, después del famoso asesinato. Pero en nuestra entrevista, pudimos conocer al verdadero Woody Harrelson… aunque la tarea no suene tan fácil.
Hoy en día parece que fuera parte del trabajo del actor exponer las vidas privadas, mostrar una casa por dentro o desfilar por la alfombra roja de un estreno.
Pero en tu caso parece que fueras la gran excepción a la regla. Más allá de alguna alfombra roja, no te vemos tan seguido en las entrevistas.
¿Cómo lograste salirte con la tuya todos estos años?
No tengo nada en contra de los periodistas, porque en general son personas amorosas, pero a mí realmente no me gustan las entrevistas para promocionar una película. Se siente realmente falso. No sé cuándo se volvió una normalidad que el actor se convierta en vendedor.
Yo no quiero salir a vender nada. Si no te gusta una película no deberías comprarla, verla o lo que sea. Yo no quiero ser el que diga “Mira esta película” y me siento incómodo. Por eso, trato de hacerlo lo menos posible.
Hay mucha gente que me va a odiar por lo que digo, pero no debería ser nuestro trabajo. Entiendo que hay que tocar un poco los tambores o ir también detrás de una producción, pero yo siento que es bastante degradante para los actores salir y mostrar nuestros cuernos para decir qué tan buena es una película… aunque es cierto que es mucho más fácil si es algo que realmente te gusta.
¿En un principio nunca imaginaste que la actuación tenía tanto que ver con la fama y la exposición pública? ¿Cuáles habían sido tus primeras impresiones de la actuación en tu juventud y en qué cambió con el paso del tiempo?
En mi infancia a mí siempre me gustaron los juegos donde hacíamos creer que algo en particular existía. Apuesto que te pasaba lo mismo. La mayoría de los niños lo hacen, juegan a actuar juntos ciertas escenas o incluso otro tipo de juegos como ser soldado o a jugar a indios y vaqueros. En todas esas clases de juegos, yo era bastante serio (Risas).
Era algo que me encantaba al punto donde otros amigos me pedían que dejáramos de hacerlo por un tiempo, porque para mí era algo que me obsesionaba. Y con el tiempo pensé que podía ser maravilloso poder seguir haciéndolo. No sé. Supongo que con el tiempo, obviamente fui refinando mi arte, desde los tres años... Pero, por lo general, para mí sigue siendo bastante igual.
¿Y en qué momento de tu vida te diste cuenta que realmente querías dedicarle tu vida a la actuación? (Se toma unos segundos para pensar) ¿El momento en que supe que quería ser actor?
Cuando estaba en la universidad y estaba haciendo una obra de teatro francesa llamada La Folle de Chaillot, donde yo tenía un personaje muy secundario de un sargento o algo parecido. Era un rol insignificante, pero yo lo estaba haciendo terrible. Era realmente miserable.