Sanz vive la mayoría del año en Miami, donde tiene su estudio de grabación, pero para Navidad viaja a España a su rancho cerca de Madrid, al que llegan unos 90 miembros de su familia, incluido el “Ejército de Salvación” de sus tías con sus grandes ollas.
“Eso es una guerra de fogones, no hay manera de que te metas en la cocina y salgas ileso de ahí, es imposible”, dijo el astro español en una entrevista telefónica reciente con The Associated Press desde Madrid. “Es toda una odisea salir de ahí y no haber ganado por lo menos dos kilos”.
Sanz está en contra de los celulares en las mesas de las comidas familiares. Contó que hace poco, en el cumpleaños de un amigo, se vio obligado a abandonar el suyo por petición del festejado, que decomisó los aparatos de todos los invitados.
“Te aseguro que es una de las mejores experiencias. Estuvimos comunicándonos con una obscenidad, comunicándonos como si fuéramos seres humanos y relacionándonos sin celulares. Fue una cosa increíble, un ejercicio de humanidad apabullante”, relató. “Nadie se tomó una foto, todos hablaban. ¡Todavía no se nos ha olvidado hablar, es increíble!”.
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Para el músico, el asunto del ensimismamiento por los celulares no es un mal generacional, pues afecta a personas de todas las edades, pero sí considera que hay que aprender a ponerle límites.
En parte ese es el mensaje de su nuevo sencillo “No tengo nada”, lanzado el viernes y cuyo video, que supera ya 12 millones de vistas en YouTube.