California, Estados Unidos
Comparada como una moderna versión de Julia Roberts con la naturalidad de Sandra Bullock y el carisma de Meg Ryan, Emma Stone parece haber heredado el reinado de las comedias románticas en Hollywood.
Y con la compañía de Ryan Gosling lo demuestra en la nueva película La La Land, donde además sorprende cantando y bailando, recuperando un estilo de cine que parecía haberse perdido desde la época de Fred Astaire y Ginger Rogers.
¿Qué tan difíciles fueron aquellos primeros pasos de tu carrera en Hollywood comparados con la historia de tu personaje en la película La La Land?
Para mí fue todo muy extraño porque tenía 15 años y solo podía estudiar en casa, me la pasaba casi todo el tiempo con mi mamá.
El ajuste fue muy grande. Yo había venido a Hollywood desde Arizona, que es bastante diferente. Pero también tenía cierta desesperación por mudarme a Nueva York, aunque sabía que tenía que estar en Los Ángeles para trabajar.
Pero cuando ya tenía casi los 21, me mudé a Nueva York y ahí estoy desde hace ocho años.
¿En la realidad alguna vez viviste la experiencia de la prueba de actuación que muestra la película, donde el director de casting se la pasa en el teléfono y no le presta la más mínima atención a los actores? Definitivamente, sí.
¿Son siempre así de humillantes las pruebas de casting en Hollywood?
Yo no las veo tan así... puede ser un poco humillante pero también nuestro trabajo a diario es arriesgarnos a la humillación. Será por eso que no tomamos tan en cuenta aquellas audiciones donde alguien nunca nos mira o está siempre en el teléfono.
Pero sé que así fue la primera prueba de audición que tuvo Ryan (Gosling) cuando era adolescente. Yo me acuerdo más de las épocas en que no tenía ninguna audición. Esos son peores recuerdos que sentirse rechazada.
¿Nunca pensaste en renunciar después de una mala prueba de casting?
Totalmente, muchísimas veces. Llegué al punto de llorar en el piso, pero después me levantaba pensando en probar una vez más, un día más.
Me acuerdo de una prueba de casting que tuve para el capítulo piloto de una serie, con la directora de casting Allison Jones. Y se notaba que era como que había visto conmigo lo peor de su vida. Esos son los momentos en que me siento totalmente rechazada. Hay miradas que hablan por sí solas.
¿Cuánto tiempo tuviste para prepararte con las difíciles coreografías de la película?
Tuvimos tres meses, casi tres meses. Y para el cine o incluso el teatro, es muchísimo tiempo. Fue genial, porque pude tomar clases de tap y baile de salón con coreografías que también fueron cambiando con base en lo que yo iba mejorando… o no.
Por eso fue tan importante poder tener también el tiempo para dedicarlo. No creo que hubiera funcionado bien de otra forma.
¿Y lo más difícil de filmar?
La última canción de la película, delante de los directores de casting. En cierta forma, fue como Birdman, cuando solían preguntarme sobre la presión de filmar una sola toma.
Pero la verdad, la presión es mucho más grande cuando tengo que filmar una escena con otras personas, porque es brutal filmar una escena larga si algo sale mal y soy la que arruina el trabajo de otros.
Pero si estoy sola, no tengo problemas en decir que soy una idiota, para repetir una toma, en vez de arruinarle la mejor escena a Ryan (Gosling).