Para muchos la tusa es simplemente la cáscara natural que envuelve la mazorca de maíz, pero quizá para doña Adelina Ávila es un diamante en bruto, o mejor dicho la principal materia prima con la que desde hace 30 años esta ingeniosa señora originaria del municipio de Sabanagrande, Francisco Morazán, inició la creación de pequeños muñecos utilizando la tusa, paste y otros materiales, decorados con trazos de pintura y mucha creatividad.
Actualmente la producción de esta artesana es amplia y variada dentro y fuera de este municipio, pues su amplia gama de creaciones va desde pequeñas figuras de campesinos, vendedoras y floreros hasta ángeles y otros íconos similares.
Su oferta está a disposición de los visitantes nacionales y extranjeros, ya que es posible visitar su pequeña tienda que lleva por nombre “La casa de la tusa”, ubicada estratégicamente a unos cuantos metros del casco urbano, ahí es muy probable que el visitante pueda observar el proceso de creación de estas obras y se lleve un recuerdo muy original de este lugar.
A su taller llegan clientes con ciertas preferencias de estilos y colores, por lo que en ocasiones hasta es posible hacerle encargos detallados. Y es que la ventaja de dedicarse a este rubro, según doña Adelina, es que la mayor parte de su material proviene del campo, principalmente de Danlí y algunas milpas de Sabanagrande y otras regiones hasta donde se desplaza la artista.
Selección de materiales
Para lograr darle este acabado a sus creaciones, la artesana elige las tusas más limpias y secas, que no estén rotas o ennegrecidas de las puntas. Si encuentra tusas moradas o rojas a veces las deja al natural sin necesidad de darle ningún tinte. Al material seleccionado se le da color base y luego se aplica el tinte o colorante de anilina a los pétalos según el tipo de flor que desea elaborar, se escogen las hojas más grandes o las más pequeñas. Una vez que la pintura se seca, se cortan los pétalos con las tijeras para dar la forma a los arreglos florales o ramilletes que posteriormente, con lazo o hilo, se amarran para ser vendidos y adornar los interiores de las casas o decorar eventos especiales.
“Estos adornos son muy valiosos porque son biodegradables y no contaminan el ambiente como las flores de plástico”, comenta la artesana. En el caso de las figuras de personas o muñecos el proceso es un poco más sencillo, pero siempre implica dar acabados de troquelado en algunos diseños.
Las bellotas, semillas de caoba y otros desechos del campo también se incorporan a la materia prima que se utiliza en la elaboración de estas artesanías, mientras que las tijeras, guantes, tenaza y punzones son las herramientas necesarias para darle el acabado a cada material.
Demanda actual
La producción de “La casa de la tusa” ha alcanzado gran demanda nacional e internacional, por lo que en varias ocasiones doña Adelina ha impartido varios talleres sobre la iniciación y la perfección de esta técnica.
En un principio, la artista trabajaba en la empresa de artesanías Atuto, pero luego de descubrir sus capacidades especiales para desarrollar su talento, hace dos años logró independizarse y poner su propio taller en el que comenzó trabajando sola y a medida que fue creciendo y según la temporada incorporó la ayuda de ensambladores.
“Es una empresa familiar y soy madre de cinco hijos, pero solo uno de ellos despertó interés en desarrollar y perfeccionar esta técnica”, mencionó nuestra entrevistada.
Entre las obras más solicitadas por sus clientes están los arreglos florales, los misterios o nacimientos y las emblemáticas figuras de angelitos, trabajos que de alguna forma mantienen el arte y la cultura tradicional de nuestro país.
A pesar de sus casi 70 años, Adelina Ávila trabaja de sol a sol con sus manos, creando diferentes obras que se caracterizan por ser únicas y muy distintas entre sí.
La capacidad de sus manos va más allá que la de cualquier máquina, pues tiene la habilidad de crear cosas nuevas y valiosas con este rústico material reciclado del campo.