Ospina fue la encargada de conducir la carrera de Edith durante muchos años, por lo que relata que su vínculo se convirtió en algo más fuerte que una simple relación de trabajo, ya que llegaron a ser amigas muy unidas.
'Fue muy grato trabajar con ella porque en nuestra visión siempre existían conceptos pocos tradicionales y creo que eso fue un punto que nos unió gratamente. Justamente por eso, para ella no existió la zona de confort, fue de esas mujeres que no se conformaban, aunque vivía su presente con plenitud', dice un fragmento de la misiva.
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Además, en su texto describe a González como 'un espíritu libre, una mujer fuerte, comprometida con su familia, con su profesión, una persona que estaba en constante aprendizaje y también, como un ser humano con alma de artista'.
Ospina finalizó su emocional carta diciéndole gracias a la protagonista de 'Salomé', por sus risas, las historias compartidas, por abrirle las puertas de su casa, por el cariño hacia sus seguidores, el buen trato a la prensa y por el legado que dejó al mundo de la actuación.
A continuación la carta completa:
'Se nos fue un ícono de la actuación hispana, una amiga y una mujer con muy pocos prejuicios, segura de sí misma, porque casi todo lo vivió con mucho amor. Edith González forma parte del selecto grupo de la época de oro de la televisión no solo por comenzar su carrera desde muy niña, o por estar firmada con alguna televisora; vivió esta época a plenitud y sin perder el piso porque trabajó para ello, se preparó desde muy joven por inquietud propia y por influencia de su hermano Víctor Manuel, su padre y su mamá; quienes son sus pilares.
Edith era una mujer de absoluto contraste que paralelo a su participación en televisión, su interés y lo que más disfrutaba era aprender de los grandes actores que fueron sus compañeros de set, como el señor Héctor Bonilla, Ignacio López Tarso, Libertad Lamarque (quien le compartía un delicioso dulce de leche que hasta hace poco recordaba con cariño) Salvador Pineda, en fin… Grandes anécdotas he ido descubriendo en estos años de trabajo con Edith González y les comparto la siguiente porque da referencia a su personalidad desde muy niña.
Hace poco tuve la fortuna de comer con la señora Florinda Meza, quien recordaba ver a Edith González sentada en una caja (en el set de grabación) siendo tan solo una niña leyendo concentrada sus textos, y los técnicos la movían mientras grababan, pero ella seguía concentrada hasta que nuevamente la llamaban para su escena. La recuerda con mucho cariño y admiración porque no era común ver en los foros a una niña con estas cualidades. La recordó con la emoción de volver a encontrarse para ver la posibilidad de trabajar juntas en algún proyecto.
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Así era Edith González, inquieta intelectualmente y apasionada. Poco a poco llegó el éxito -como era de esperarse-, sus proyectos fueron vistos en más de 100 países antes de la era digital cuando el público programaba su día a día para encender la televisión y ver a sus ídolos. Aunque eran otras dinámicas de consumo, implicaba que el protagonista tuviera la fuerza en cámara, carisma, talento y que tocara corazones. Se dice fácil, pero lo logró no solo por el carisma y su cara bonita, Edith se preparó para ello en el ejercicio actoral, estudió danza, equitación, idiomas y más.
Es muy valioso haberla conocido y trabajado juntas porque lejos de lo que puedan imaginar ante tal éxito, nunca hubo un aire de 'diva ochentera' como platicábamos y nos reíamos (a ella eso le parecía un poco out). Edith González siempre fue una cliente que escuchaba, que era consciente de su belleza interior y exterior, consciente de su poder y, sobre todo, sabía quiénes eran sus pilares: su hija, su esposo, su hermano, Ukume (sobrina), la señora Ofelia y don Efraín, sus padres.
También era consciente del entorno en el que vivía, politizada, leía el periódico y alguno los libros que la acompañaban; siempre reinventándose con oídos abiertos para nuevas ideas, tanto en su imagen como para elegir proyectos; conceptos de fotografía para books, editorial o lo que fuera. Fue muy grato trabajar con ella porque en nuestra visión siempre existían conceptos pocos tradicionales y creo que eso fue un punto que nos unió gratamente. Justamente por eso, para ella no existió la zona de confort, fue de esas mujeres que no se conformaban, aunque vivía su presente con plenitud.
Poco a poco se enamoró del mundo digital: Instagram, Snapchat, YouTube (un pendiente que nos quedó); también veía las últimas series de España, el país Vasco, de Estados Unidos, 'Stranger things', 'The walking dead' y cualquier otra que le inquietara. Le gustaba la música que Constanza le enseñaba y asimismo nos actualizaba con estas nuevas canciones. Amaba compartir con nuevas generaciones, con quienes se mantenía en constante comunicación; no es fortuito que su mayor número de seguidores fueran de 17 a 40 años.
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Edith González fue -o es- una mujer con una sensibilidad increíble para disfrutar la vida y el arte, podía emocionarse con una exposición increíble en el MoMa en New York o en algún museo en Londres, con un mural en cualquier calle, con la moda, una buena tela, la confección, se emocionaba con alguna persona en la calle haciendo artesanías o música. Ella tenía alma de artista, definitivamente.
Sin duda una de las facetas que más nos divertía era verla bailando en cualquier lugar, paseando en scotter con su hija y su sobrina, que también es como su hija. Un alma viva y joven, ella es Edith González, la mujer con consciencia de su entorno, que de alguna forma quería saber sobre nosotros, su equipo; quería saber qué pensábamos realmente, qué sentíamos, le gustaba que fuéramos absolutamente honestos con ella aunque no le encantara. Así es la Edith González que extrañaré como cliente, como amiga y como ser humano.
Güera (así te digo en este texto por qué no perderé objetividad): Fue un honor ir de la mano, trabajar en equipo como cómplices... Gracias infinitas por confiar, por 'escuchar', por enloquecerme todos los días con nuevas ideas, por enseñarme que los techos de cristal se pueden romper porque están en mi mente y, sobre todo, por abrirte como ser humano con vulnerabilidades, defectos y virtudes, como esa valentía que te salía de las entrañas y nos la demostraste hasta tus días finales en este plano terrenal.
Gracias por tu carcajada (que se nos quedará grabada), por ser una GRANDE en el escenario, en la red carpet eras única, ante el lente, con esa dulzura con el público, con tus fans y amigas de Europa como Dary, con Panchito -un gran amigo y escudero-, con los camarógrafos y reporteros. Gracias por ese humor negro de los González Fuentes que cómo disfruto. Gracias Edith por tu lealtad, por ser genuina, poderosa y sofisticada. Gracias por abrir tu corazón, tu casa, historia, tu familia, gracias por esas conversaciones (largas a veces, pero productivas) ¡gracias! Te Amo 'Güerita', poco nos lo dijimos y sí nos lo demostramos ¡gracias también por eso! y por amar tanto a mi Colombia. Arrieras somos y en el camino nos encontramos, ¡buen viaje!'