TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Tote es un hombre fornido con varios tatuajes en la piel, su pelo no se logra notar con exactitud, porque nunca se quita su boina de color negra, pero se nota que sus 56 años de vida y viajes han llenado su cabellera de algunas canas, aunque no pierde confianza ni la enorme sonrisa de su rostro.
Sus ojos han visto mucho en sus casi seis décadas. Cuando estuvo en Sudáfrica en un barrio situado en la costa oeste, llamado Khayelitsha, empezó a pintar como pasatiempo; de un momento a otro, Tote tenía una multitud de niños, al instante se dio cuenta de que mediante el arte puede ayudar a los infante menos favorecidos.
Tras esta epifaniía, no dudó en recorrer el mundo para intentar ayudar con lo que mejor hace: la pintura y sus dedos.
Está en Honduras y en su paso planea recorrer algunas ciudades en busca de personas en situación de vulnerabilidad en orfanatos y hospitales para así brindarles apoyo por medio de sus cuadros y compartir su conocimiento. “Lo primordial es ayudar y dejar un mensaje humanitario”.
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Brindar ayuda humanitaria a los niños de Honduras. Su idea es agruparlos y les enseñará arte para darles un oficio, Tote es el ejemplo claro, ya que él vive de crear con las manos. Busca inspirar en los chicos para que ellos inspiren a otros.
“Impartir educación artística y así se distraen por un momento de su difícil realidad”. La vida de Tote es una vasta colección de momentos de solidaridad. En su pasatiempo llena de felicidad a muchos niños. En el lugar que pasa deja una huella imborrable en ellos.
Pocos lo conocen como Manuel Gallardo -su nombre real-, porque prefiere la imagen de un artista callejero que ha pintado en todas partes, en todo el planeta y en cada rincón. Su carrera artística se originó en Europa, específicamente en Italia.
Es un tipo amable, muy carismático, de esos que solo al verlos sabes que la bondad brota en él. No pierde tiempo y siempre busca la manera de ayudar, entregando así literalmente su vida a la humanidad.
Un nómada humanitario que no tiene techo como tal, ya que va de un país a otro y no se establece en ningún sitio de manera permanente. Para él en este momento Honduras es su casas.
A la fecha ya son 80 países los que ha visitado, y en cada uno ha vivido nuevas experiencias, desde peligrosas, pasando por tristes y las alegres a plenitud, pero lo que ha impactado más en la vida de Tote son las preguntas que los niños le hacen.
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“¿Por qué nos ayuda?”, cuestinan los chiquillos y chiquillas que halla a su paso.
Por medio de su arte gana algo de dinero, solo para seguir recorriendo y ayudando en el mundo. Siempre viaja con una mochila que pesa más que él, la cual está llena pintura, lienzos, material artístico y principalmente solidaridad.
Este artista de los dedos, que evita el pincel a toda cosa, transmite esta misma destreza a los menores. Él le llama “arte vivo”.
Ha recorrido prácticamente todo el mundo y a pesar de encontrarse con diferentes lenguajes en el planeta, Manuel Gallardo nunca ha tenido problemas, porque para “Tote” los colores no tienen idiomas, habla el lenguaje universal del arte.
