En otras palabras, es un enemigo que ataca la salud mental de niños y adolescentes.
En ocasiones es difícil de detectar, no solo porque tenga lugar lejos de la presencia física y visibilidad de los adultos, sino porque tiende a diversificarse.
Hasta el momento, se han tipificado cinco formas, pero cualquiera que sea el caso, debe prestar atención:
-Físico
Es el tipo de acoso más común, especialmente entre chicos. Incluye golpes, empujones e incluso palizas. En ocasiones, se produce también el robo o daño intencionado de las pertenencias de las víctimas.
-Psicológico
En este caso existe una persecución, intimidación, tiranía, chantaje, manipulación y amenazas al otro. Son acciones que dañan la autoestima de la víctima y fomentan su sensación de temor, con el problema añadido que son las más difíciles de detectar por parte de profesores o padres.
-Verbal
Son acciones no corporales con la finalidad de discriminar, difundir chismes o rumores, realizar acciones de exclusión o bromas insultantes y repetidas del tipo poner apodos, insultar, amenazar, burlarse, reírse de los otros, generar rumores de carácter racista o sexual, etc.
-Sexual
Se presenta un asedio, inducción o abuso sexual, o referencias malintencionadas a partes íntimas del cuerpo de la víctima. Incluye el bullying homófobo, que es cuando el maltrato hace referencia a la orientación sexual de la víctima por motivos de homosexualidad, real o imaginaria.
-Social
Pretende aislar al niño o joven del resto del grupo. Puede ser directo: excluirlo, no dejarlo participar en actividades, sacarlo del grupo; o indirecto: ignorarlo, tratarlo como un objeto, como si no existiera.
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