Tegucigalpa, Honduras. Con un sistema electoral que data desde 1789, Estados Unidos se caracteriza por votar dos veces para elegir a un presidente. ¿Cómo es posible? Resulta que el sistema estadounidense suele equilibrar el voto de la gente con el voto electoral.
Entonces, la clave no solo es ganar el voto popular a nivel nacional, sino los votos electorales por estado.
Donald Trump (republicano) y Kamala Harris (demócrata) se disputan la elección en ciertos estados ya sea por su mayor cantidad de votos electorales, como California y Texas, o por meramente ser bisagras o “swing states”, regiones del mapa estadounidense con población votante a veces indecisa que han cambiado el rumbo y el resultado de las elecciones.
Debido a que Estados Unidos tiene un sistema muy diferente al modelo de elección directa imperante en América Latina, vamos a explicar cómo funciona.
Sobre el voto electoral
Es un tipo de voto emitido por un miembro o delegado del Colegio Electoral de Estados Unidos para elegir al presidente y vicepresidente.
Al momento de presentarse en las urnas, los estadounidenses emiten su voto a favor de un candidato, pero no eligen de forma directa al mandatario, sino que es un método indirecto.
En Estados Unidos, cada estado tiene una cantidad fija de votos electorales. ¿De dónde salen o cómo se eligen? Surgen de la elección popular o, en palabras simples, cuando en un estado gana un candidato con el voto popular este se queda, generalmente, con todos los electores —que a veces se conocen como delegados—.
Por ejemplo, los delegados de Texas votan en bloque por el aspirante que resultó ganador en ese estado, sin importar si la diferencia fue mínima.
La figura del elector está amparada en la sección 2 del artículo o enmienda 14 de la Constitución estadounidense.
Los electores no deben estar vinculados a un cargo público cargo en cualquier institución de cualquier rama estatal o federal norteamericano.
En el caso de haber un empate en el voto popular, entra en escena el Congreso estadounidense, para decidir qué partido puede reclamar los votos electorales en el estado en disputa.
“No es la población la que vota, sino los delegados”, subrayó César Castillo, coordinador del Observatorio Nacional de Migraciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Honduras (UNAH).
¿Con cuántos votos electorales se gana la elección?
Desde 1961, el total de votos electorales es de 538, provenientes de los 50 estados y el Distrito de Columbia. Sin embargo, recordemos que no se reparten según el porcentaje de votos de los candidatos por estado, sino que el ganador se lleva todos los votos de la región. Por ejemplo, si en Texas triunfa Trump por una diferencia del 2% de los votos populares se queda con todos los votos electorales.
Sin embargo, Nebraska y Maine sostienen procesos diferentes al del resto del colegio electoral estadounidense, pues estas zonas tienen distritos congresuales con sus propios delegados y sistemas electorales. Por ejemplo, Maine otorga cuatro votos electorales, de los cuales dos son congresuales o distritales, es decir, aquí el que gana el estado no necesariamente se lleva todo.
Si un candidato quiere volverse presidente deberá obtener al menos 270 votos electorales, es decir, la mitad de todo el Colegio Electoral. Este es el número mágico de las elecciones en Estados Unidos.
Este sistema se puede explicar de otra forma: la población estadounidense en realidad no vota directamente por los candidatos de su preferencia, sino que votan por un grupo de electores para conformar un colegio electoral (republicano o demócrata) estatal.
La votación popular se llevará a cabo el 5 de noviembre, fecha de la primera elección, aunque hay estados que permiten realizar de forma anticipada el voto por medio del correo.
En la segunda elección, fijada para el próximo 16 de diciembre, los miembros del Colegio Electoral decidirán o votarán por el candidato presidencial, basado en el resultado de cada estado.
“El sistema electoral estadounidense es uno de los más difíciles e integrales porque tiene una base institucional que logra fortalecer los principios más importantes de una democracia por la figura de los electores, dada la forma en la que los estadounidenses ejercen el derecho a votar”, explicó Javier Franco, excomisionado de la Unidad de Política Limpia de Honduras.
La complejidad del sistema norteamericano deriva en situaciones enredadas, pero legales: en 2000, el republicano George W. Bush obtuvo 271 votos electorales mientras que el demócrata Al Gore obtuvo 266 votos electorales, aunque este logró un 0.5% más del voto popular de su contrincante.
Al final de la hora, el republicano George W. Bush se volvió presidente con solo haber ganado cinco votos electorales más que el demócrata Al Gore, pese a perder en la votación popular con una diferencia de medio millón de marcas.
En el 2016 volvió a ocurrir otra situación similar, cuando el multimillonario y candidato republicano Donald Trump obtuvo 304 votos electorales mientras que la ex primera dama y candidata del partido demócrata, Hillary Clinton, obtuvo 277 votos electorales.
En el momento de la verdad, Trump se volvió presidente logrando 27 votos electorales por sobre Clinton, quien cosechó una diferencia a su favor de 2.8 millones en el voto popular.
Estas elecciones del año 2016 sirven de moraleja de que quien gana el voto popular no necesariamente gana la elección.
Estados y cantidad de votos
En Estados Unidos, se da un suceso histórico en donde a los estados les gusta seguir votando por el mismo partido político y no cambian a otro por la gran lealtad de las personas antes de ir a votar. Esto los vuelve un voto duro.
Estados que no suelen cambiar su orientación política son California y el Distrito estatal de Columbia, ambos de profundo sentido azul demócrata, mientras que estados de la región central y norte de Estados Unidos como Wyoming, Utah y Nebraska son zonas de ferviente orientación republicana.
Lo anterior provoca que haya actividad política moderada en esas regiones, pues los partidos ya cuentan con el voto duro, así que prefieren hacer intensas campañas electorales en los estados bisagras o indecisos con tal de ganar y quedarse a cualquier costo con estas regiones. Recordemos si un partido gana los estados bisagras, todos los votos electorales se van con el partido.
Los estados bisagras y su importancia
Los estados bisagras o conocidos en inglés como “swing states” son los estados que concentran una mediana cantidad de votos electorales y que en pasados comicios han determinado el curso de las elecciones estadounidenses debido a un margen de indecisión que hasta el último minuto definen al ganador de las elecciones.
En 2024, se perfilan como estados claves Pensilvania con 19 votos electorales, Míchigan (16) , Wisconsin (10), Nevada (6), Carolina del Norte (15), Arizona (11) y Georgia (16), pues la población yace en un dilema de indecisión política generado por una amplia gama de problemáticas socioeconómicas o culturales.
Wisconsin, Míchigan y Pensilvania ya fueron vitales en la elección de 2016, cuando ganó Trump, pues pequeños grupos de gente de estos lugares votaron más por los republicanos que por los demócratas y terminaron de inclinar la elección. En estos tres estados la diferencia total a favor de Trump fue de apenas unos 80,000 votos, pero se llevó todos sus delegados, es decir, 45 votos electorales.
Más tarde en 2020, un giro de tuerca en el cuento político de los estadounidenses indicó que el actual presidente, Joe Biden, ganó Wisconsin, Míchigan y Pensilvania. Además, se obtuvo la victoria en Nevada y Arizona, regiones afianzadas al partido republicano y que son fronterizas con México.
Además de los estados antes mencionados, no vale la pena dejar de lado a Florida, el estado bisagra que apoyó al expresidente demócrata Barack Obama en los comicios de 2012, que en su momento fue considerado refugio para el voto duro republicano. Sin embargo, Trump coloreó Florida de rojo.
Florida es uno de los focos más grandes de voto latino en Estados Unidos, contando con 3.5 millones de votantes latinos que corresponden a más del 22% de la población en condición de votar en el 2022 según datos de una investigación demográfica electoral del Pew Research Center de este año.
Florida, junto con California, Nevada, Arizona, Nuevo México y Texas, es objetivo de las campañas electorales más candentes durante tiempos electorales por parte de los típicos partidos políticos beligerantes.
Papel de las minorías
Este sistema, aunque muy criticado, a veces favorece a las minorías, pues pueden inclinar la balanza en las elecciones al ser decisivos en ciertas victoras.
Un ejemplo de esto es lo que ocurre en Florida, donde la comunidad cubana es apegada a la corriente republicana, que se debe a las generaciones de migrantes cubanos que crecieron agradecidos después de haber conseguido el estatus de residencia legal facilitada por la amnistía migrante amparada en la Ley de Control y Reforma de la Inmigración de 1986 firmada por el entonces presidente, Ronald Reagan. Además, influye la visión anticomunista de los republicanos.
Desde entonces, la comunidad cubanoamericana prefirió votar por el partido republicano hasta que en las ya mencionadas elecciones de 2016, cuando la comunidad cubanoamericana se fragmentó; con un 54% en apoyo a los republicanos, y un 47% respaldando al partido demócrata, según un artículo de la Open Edition Journals de 2023 sobre la política de Estados Unidos hacia Cuba.
Según el Pew Research Center, en su serie de investigación demográfica electoral de 2024, 246 millones de personas están aptas para votar en Estados Unidos; de los cuales 162.4 millones son blancos y representan el 66%, siendo la gran mayoría racial.
Mientras que 85 millones de personas que pueden votar son minorías raciales y representan el 34%. De esas minorías, la población latina apta para votar es de 36.2 millones de personas y representan el 14.7% del electorado total.
De acuerdo con otra encuesta realizada a finales de agosto y principios de septiembre de 2024 por este centro de investigaciones, la población latina apta para votar está dividida en los dos bandos tradicionales: 57% apoyan a los demócratas y el 39% a los republicanos.
El porcentaje anterior indicaría que 20.6 millones de latinos aptos para votar están a favor de los demócratas, mientras que 14 millones prefieren irse con los republicanos. Esta búsqueda por el voto latino sigue disputándose cuando 1.4 millones de latinos que representan el 4% están indecisos o pueden corresponder a los partidos políticos independientes.
Ventajas y desventajas del sistema
La complejidad del sistema electoral estadounidense es blanco de críticas, las visiones difieren porque tiene sus fortalezas.
“Al ser sólidas, las elecciones funcionan con base en un sistema jurídico que no es nuevo para evitar procesos de manipulación y garantizar la credibilidad en las elecciones, además de que se respeta la ley a nivel de las cortes para que no haya sobresaltos”, valora como ventaja del proceso el abogado Castillo.
En tanto, Franco ve como ventaja que a diferencia de los procesos de voto directo de otros países, donde las grandes ciudades tienen un dominio casi total, en el sistema estadounidense las zonas rurales pueden jugar un papel clave. “Todos estos estados, incluso aquellos que tienen menor población, no tienen ningún tipo de restricción (en participar y ser decisivos)”.
Asimismo, “el bipartidismo (demócratas y republicanos), contribuye a que el sistema político no se rompa y genere polarización como consecuencia”, puntualiza el excomisionado como otra ventaja del proceso electoral americano.
Sobre las desventajas de las elecciones estadounidenses, el también especialista en patologías de la desinformación comenta al respecto que “el sistema electoral es vulnerable a tormentas de desinformación y fake news”.
Por ejemplo, “se sacó de contexto una fotografía de votos que fueron recibidos por correo postal todos desordenados en el suelo para supuestamente ser alterados”. Una vez terminado el conteo de las actas electorales, cuando realmente, eso no fue así.
“La desigualdad entre la cantidad de votos electorales debido al número de habitantes entre estados” también puede ser una debilidad. Según Javier Franco, mientras menos gente viva en un estado, menos electores tienen para votar y poder elegir al presidente. Algunos estados que empatan con estas descripciones son Vermont o Delaware, al noreste de los Estados Unidos.
Una muestra de la condición anterior se ve en la diferencia entre California con 38 millones de personas y sus 54 electores o delegados frente a Wyoming con apenas 500 mil habitantes y solo 3 votos electorales.
“Las elecciones estadounidenses permiten involucrar a actores claves que saben registrar y llevar un control de los votos en las urnas, por correo electrónico y postal. Esto permite reducir que la gente no quiera ir a votar, evitando el fenómeno del rechazo electoral o abstencionismo”, expresó Franco.