ETA Y IOTA: Las marcas y desafíos para Honduras

'No puedo dormir porque tengo miedo que el río crezca': el doloroso relato de un niño hondureño

Por: Dalma Acosta
15.12.2020
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'Me da insomnio, no puedo dormir, cuando cierro los ojos me parece que el río va a crecer y se va a llevar todo', relató Milton Jassiel a EL HERALDO

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15.12.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Eran las 4:00 de la tarde de un día que esta familia quisiera olvidar para siempre, cuando el río Choluteca se desbordó y comenzó a ingresar a la vivienda que Sandra Ramírez comparte con sus cinco hijos, su nuera y sus dos nietos en una colonia capitalina.

Las lluvias dejadas por la depresión tropical Eta provocaron que el caudal creciera tanto, que arrancó las paredes de madera contrachapada que con mucho esfuerzo construyó con su venta de verduras. En minutos, el agua le había llegado a las rodillas, por lo que cargando a sus hijos en los hombros, abrió un hueco en la pared y por ahí lograron pasarse a la casa vecina para luego acudir a un albergue, no sin antes observar cómo el río se llevó sus camas y otros enseres.

Durante varios días se alojaron en el kinder Betulio Vásquez de la colonia Betania -lugar donde residen- sin embargo, a medida 'pasó el peligro', ellos y las otras 31 familias damnificadas fueron desalojadas para tener que volver a sus casas.

Doña Sandra muestra el agujero por el que lograron escapar hacia la casa vecina. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

Doña Sandra muestra el agujero por el que lograron escapar hacia la casa vecina. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO
Un mes ha transcurrido desde entonces, un mes en el que Sandra levantó de nuevo sus paredes al colocar dos láminas de zinc que un vecino solidario le regaló, un mes en que los integrantes de la familia deben intentar dormir sobre un mismo colchón que llegó a su suelo gracias a un corazón bondadoso, un mes en el que ella no duerme junto a uno de sus hijos, pues el niño de nueve años se niega a volver al peligro.

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El pequeño Milton Jassiel ahora vive con su abuela, quien reside en el mismo sector, pero unas cuadras más lejos del río. 'Mi niño no duerme, no está comiendo, porque dice que tiene miedo por lo que nos pasó, son las 3:00 de la mañana y está despierto, porque él siente que en cualquier momento el río va a volver a llevarnos todo y que esta vez no podremos salir', lamentó la acongojada madre.

'Me da insomnio, no puedo dormir, cuando cierro los ojos me parece que el río va a crecer y se va a llevar todo', relató Milton Jassiel a EL HERALDO. El niño además confió que cuando esas sensaciones lo invaden comienza a orar y su única petición es la misma: 'que el río no nos lleve nada'.

El pequeño es feliz jugando con sus hermanos y sobrinitos, pero lamenta que en casa de su abuela no haya lugar para poner a salvo a toda su familia. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

El pequeño es feliz jugando con sus hermanos y sobrinitos, pero lamenta que en casa de su abuela no haya lugar para poner a salvo a toda su familia. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

'El lugar sinónimo de protección, es ahora el que pone en peligro sus vidas'

EL HERALDO consultó a la psicóloga Patricia Mackay, experta en el tratamiento clínico y atención psicosocial en desastres, quien se refirió al caso particular del pequeño Milton y a los efectos que estos fenómenos dejan en los hondureños.

Para Mackay, la reacción del niño es entendible, pues luego de las catástrofes naturales el esquema psicológico de los hondureños se alteró y hace que las personas piensen que 'el lugar que antes era sinónimo de protección (su hogar) ahora es el que pone en peligro sus vidas', sumado a ello, lidiar con estos efectos tomará mucho tiempo.

La especialista en salud mental aconseja entonces que ante problemas grandes se deben buscar soluciones reales, incluso en el caso de los niños, a quienes no se les debe decir que las cosas se solucionarán mágicamente, pues eso al final les dañará más.

Milton Jassiel, con apenas nueve años de edad ya ha sufrido los efectos traumáticos por vivir en una zona de alto riesgo. Foto: Aarón Canales/ EL HERALDO

Milton Jassiel, con apenas nueve años de edad, ya ha sufrido los efectos traumáticos por vivir en una zona de alto riesgo. Foto: Aarón Canales/ EL HERALDO
Además aclaró que no hay un tiempo establecido para que el insomnio, el temor o el sentimiento de pérdida desaparezcan, pues dependerá del proceso que cada individuo tenga. Sin embargo, insistió en que 'está bien que te sientas mal porque murió tu familia, que te sientas mal porque perdiste tu casa, que quieras llorar, porque si no se saca ahora eso no te dejará superarte'.

Mientras Milton tiene una noción más clara del peligro, muchos niños de su familia y de su entorno juegan a escasos centímetros del río que de un momento a otro puede convertirse en un monstruo embravecido. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO

Mientras Milton tiene una noción más clara del peligro, muchos niños de su familia y de su entorno juegan a escasos centímetros del río que de un momento a otro puede convertirse en un monstruo embravecido. Foto: Emilio Flores/ EL HERALDO
Por eso, se recomienda hablar con familiares, amigos o especialistas, para desahogarse y comenzar juntos a buscar salidas para la aflicción. Una de las opciones disponibles es llamando a los teléfonos del equipo de respuesta psicológica gratuita integrado por Mackay y sus colegas del Colegio de Psicólogos Noroccidental a los números: 8845-8592, 3233-1998, 9622-5708 y 9532-8598.

Mientras tanto, doña Sandra, Milton y el resto de integrantes de la familia continuarán luchando con sus miedos, al río y a otros problemas latentes en esta olvidada comunidad de la ciudad, porque además de superar sus traumas, deben intentar subsistir. Si usted desea apoyarles de alguna manera, puede llamarlos al teléfono: 8785-6987.

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