El presunto uso de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al Asad fue utilizado como justificación por Francia y Estados Unidos para amenazar con una invasión a Damasco.
Pero la estrategia no funcionó ante la habilidad del gobierno sirio de negociar un acuerdo mediante el cual se deshizo de su arsenal químico, bajo la inspección de las Naciones Unidas y de sus vectores, desmantelando así su programa militar temido por Occidente y su socio Israel.
De esa manera Francia, el más belicoso, se vio con los preparativos hechos para la invasión y debió aceptar su condición de potencia de tercera al no poder ir sola.