Desde ese momento su vida dio un giro inesperado. Una extraña mezcla entre la realidad y su estado inconsciente le permitió abrir sus ojos y verse rodeado de paramédicos. “Yo estaba arriba y abajo atado de pies y manos, y el maestro que había contratado me estaba sobando la cabeza y me decía: Don Enrique, no se preocupe que todo va a salir bien... y yo estaba bien, soy un hombre fuerte y los que me conocen saben que soy un hombre trabajador, que nunca me he acobardado a ningún trabajo, yo le dije: Yo estoy bien, pero aún no me veía lo que me había pasado”, recordó.
Los días transcurren y hay momentos muy duros en los que don Enrique intenta borrar de su mente la pesadilla que marcó su vida. 08/06/2020 - 06:06