TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe, por lo demás me está guardada la corona de la justicia”, dice una inscripción sobre la tumba del general
Julián Arístides González Irías.
Este domingo se cumplen diez años de su asesinato, también son diez años de total impunidad en el caso. Al momento de su muerte, él se desempeñaba como titular de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN), dependencia del Ministerio Público.
A pesar de que fue uno de lo suyos -y de los más destacados- la Fiscalía no ha mostrado mayor voluntad para perseguir a los responsables de su crimen.
Hace unos meses, antes de morir, un guardaespaldas del general relató a EL HERALDO como los capos le mandaban maletines de dinero a González, pero él jamás les aceptó un dólar. “Era insobornable”, calificó.
Recordó que al director de la DLCN no lo querían ni las máximas autoridades del Ministerio Público, porque les había investigado a familiares vinculados al narcotráfico, en ese paquete había hasta una pariente de una alta funcionaria del Tribunal Superior de Cuentas.
Asimismo, el escolta rememoró la severidad del general con un comisionado de la Policía de Investigación que mandó a unos agentes a quitar una droga en La Mosquitia, quien no pudo justificar la ilícita operación.
Quienes conocieron y trataron a González lo califican como un hondureño intachable, responsable e incorruptible.
El pastor Alberto Solórzano dijo recordarlo como “un hombre honesto y comprometido en la tarea que se le asignó lo cual lo convirtió en un estorbo para los criminales y narcotraficantes que decidieron eliminarlo”.
Solórzano espera “que este sacrificio y entrega no haya sido en vano, y finalmente se pueda determinar quiénes fueron los actores intelectuales y físicos de esta acción repudiable que aún está envuelta en la impunidad”.
El 8 de diciembre de 2009 le tendieron la emboscada en el barrio Guanacaste. González se había convertido en un dolor de cabeza para los narcotraficantes y para aquellas conexiones que los capos tenían a nivel empresarial, político, policial, del Ministerio y del Poder Judicial.
En marzo de 2017, el capo Devis Leonel Rivera Maradiaga, bajo juramento, dijo en una Corte de Nueva York que Los Cachiros, la organización criminal que él lideró, había participado en el asesinato de González.
Aseguró que en una reunión que “ Fredy Nájera, Neftalí Duarte Mejía, Eliel Sierra, Moncho Matta, Luis Valle, Arnulfo Valle, Wilter Blanco, Ton Montes, Tito Montes y Juan Carlos Montes”, acordaron mandar a matar al zar antidrogas.
El narcotraficante, hoy informante de la DEA, señaló que el asesinato lo ejecutó un grupo de policías a quienes se les pagó entre 200 mil y 300 mil dólares.
Su declaración coincide con la investigación que realizó Walter Iván Romero, uno de los investigadores más respetados que tuvo la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC).
“Los policías planificaron el asesinato por orden de los carteles de Wilter Blanco, Los Cachiros, Fredy Nájera...”, escribió en su informe. En agosto de 2010 Romero también fue asesinado en La Lima, Cortés.
EL HERALDO llamó vía teléfono a los encargados de las Relaciones Públicas del Ministerio Público para conocer su versión sobre el por qué tanta desidia de la Fiscalía en la investigación del crimen contra González, sin embargo, ninguno de ellos contestó la llamada.
Su memoria y trabajo debe inspirarnos a seguir vigilando el desempeño de esta Policía, pero también denunciar con valentía cualquier tipo de abuso que cometan los operadores de justicia”.
Aunque el caso del general está en la total impunidad, sobre su tumba están escritas palabras llenas de esperanza de que la justicia divina la impondrá “el Señor, juez justo”.
Este domingo se cumplen diez años de su asesinato, también son diez años de total impunidad en el caso. Al momento de su muerte, él se desempeñaba como titular de la Dirección de Lucha contra el Narcotráfico (DLCN), dependencia del Ministerio Público.
A pesar de que fue uno de lo suyos -y de los más destacados- la Fiscalía no ha mostrado mayor voluntad para perseguir a los responsables de su crimen.
Hace unos meses, antes de morir, un guardaespaldas del general relató a EL HERALDO como los capos le mandaban maletines de dinero a González, pero él jamás les aceptó un dólar. “Era insobornable”, calificó.
Recordó que al director de la DLCN no lo querían ni las máximas autoridades del Ministerio Público, porque les había investigado a familiares vinculados al narcotráfico, en ese paquete había hasta una pariente de una alta funcionaria del Tribunal Superior de Cuentas.
Asimismo, el escolta rememoró la severidad del general con un comisionado de la Policía de Investigación que mandó a unos agentes a quitar una droga en La Mosquitia, quien no pudo justificar la ilícita operación.
Quienes conocieron y trataron a González lo califican como un hondureño intachable, responsable e incorruptible.
El pastor Alberto Solórzano dijo recordarlo como “un hombre honesto y comprometido en la tarea que se le asignó lo cual lo convirtió en un estorbo para los criminales y narcotraficantes que decidieron eliminarlo”.
Solórzano espera “que este sacrificio y entrega no haya sido en vano, y finalmente se pueda determinar quiénes fueron los actores intelectuales y físicos de esta acción repudiable que aún está envuelta en la impunidad”.
Vea: Wilter Blanco junto a otros narcos planearon matar al zar antidrogas
¿Quiénes lo mataron?
Un expediente que contiene las investigaciones realizadas por agentes de la Policía Preventiva y de Investigación establece que la operación criminal la ejecutó una camarilla de policías -integrada por oficiales de la cúpula policial y mandos intermedios- al servicio del narcotráfico.El 8 de diciembre de 2009 le tendieron la emboscada en el barrio Guanacaste. González se había convertido en un dolor de cabeza para los narcotraficantes y para aquellas conexiones que los capos tenían a nivel empresarial, político, policial, del Ministerio y del Poder Judicial.
En marzo de 2017, el capo Devis Leonel Rivera Maradiaga, bajo juramento, dijo en una Corte de Nueva York que Los Cachiros, la organización criminal que él lideró, había participado en el asesinato de González.
Aseguró que en una reunión que “ Fredy Nájera, Neftalí Duarte Mejía, Eliel Sierra, Moncho Matta, Luis Valle, Arnulfo Valle, Wilter Blanco, Ton Montes, Tito Montes y Juan Carlos Montes”, acordaron mandar a matar al zar antidrogas.
El narcotraficante, hoy informante de la DEA, señaló que el asesinato lo ejecutó un grupo de policías a quienes se les pagó entre 200 mil y 300 mil dólares.
Su declaración coincide con la investigación que realizó Walter Iván Romero, uno de los investigadores más respetados que tuvo la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC).
“Los policías planificaron el asesinato por orden de los carteles de Wilter Blanco, Los Cachiros, Fredy Nájera...”, escribió en su informe. En agosto de 2010 Romero también fue asesinado en La Lima, Cortés.
EL HERALDO llamó vía teléfono a los encargados de las Relaciones Públicas del Ministerio Público para conocer su versión sobre el por qué tanta desidia de la Fiscalía en la investigación del crimen contra González, sin embargo, ninguno de ellos contestó la llamada.
Podredumbre
De acuerdo con Carlos Hernández, representante de la sociedad civil, el asesinato de González “recuerda la podredumbre en la cual estuvo y vivió la Policía Nacional y otros órganos de seguridad y justicia en el país.Su memoria y trabajo debe inspirarnos a seguir vigilando el desempeño de esta Policía, pero también denunciar con valentía cualquier tipo de abuso que cometan los operadores de justicia”.
Aunque el caso del general está en la total impunidad, sobre su tumba están escritas palabras llenas de esperanza de que la justicia divina la impondrá “el Señor, juez justo”.